La imagen del conquistador está satanizada a pesar de haber sido un hombre de su tiempo. Como nos cuesta trabajo indagar sobre nuestra historia nos dejamos llevar por lo que nos dicen que debemos de pensar sobre ella; y en el altar de los buenos y de los malos, Cortés ha sido uno de los personajes que les ha tocado las de perder ha pesar de que en él se funda la unidad nacional, porque e sa partir de su gesta que se puede hablar de un México de una frontera a otra.
Antes, eran pueblos dispersos que estaban subyugados por un imperio central, los aztecas, quienes poseían una religión que les obligaba a ser guerreros, con la necesidad de conseguir víctimas para ofrendarle su corazón a Huitchilopoztli, Dios del Sol.
Cortés conquistó porque en su tiempo era lo que se estilaba; era una de las formas de hacer un patrimonio o de conseguir una posesión social. Como conquistador fue bueno en su campo, supo ganarse a los hombres que le ayudaron a hacer la conquista y a los propios indígenas con los que conformó sus ejércitos para realizar sus conquistas. Detrás de él vinieron los hombres que lo único que les interesaba era su propio beneficio sin importar a quien pisar; ejemplo más claro los hombres de la primera audiencia y Nuño de Guzmán que vino en la segunda audiencia y le hizo la vida imposible al conquistador robándole muchos de sus haberes o atacándole cuando pasó por costas de Jalisco cuando iba camino al descubrimiento de la baja California.
Los reyes bien sabían su negocio, jugar con los descubridores y conquistadores que les dotaron de todo un continente para no pagarle el favor. A Colón lo llenaron de cadenas y a Cortés lo acusaron de todo, acabaron quitándole la gobernación abriendo la puerta a los oportunistas que se apoderaron del oro. Los reyes no podían permitir perder ni el poder ni las riqueza que las aventuras de los otros les producía.
Pero Cortés, ni así se rebeló contra ellos. Otros conquistadores sí lo hicieron y pagaron la osadía con la muerte.
Cortés, aparte con quistar, trajo a tierras americanas muchos de los cultivos que ahora nos proveen de alimentación, lo mismo se puede decir que introdujo el puerco, y el caballo. Podríamos seguir enumerando; introdujo la rueda, que el indígena desconocía y construyó los primeros bergantines en suelo nacional; no solamente aquellos que le ayudaron a la conquista de la gran capital azteca, sino los que utilizó para navegar el Pacífico hasta el mar que lleva su nombre.
Pero se le tiene que acusar, porque había que despojarlo de sus haberes y desde un principio hubo quien se encargó de hablar mal de él, y también hubo quien salió en su defensa, sus propios soldados. De las acusaciones que se le hicieron no prosperaron, pero no recibió, tampoco, el premio esperado por su gesta.
Las generaciones posteriores se han encargado de manchar su nombre, como el de muchos otros, el de la Malinche, por ejemplo, en aras de un nacionalismo de pura palabra, que parte del desconocimiento de lo que es lo nacional; insisto, la unidad nacional es después de Cortés no antes de él; antes, lo que existía era un sinnúmero de pueblos que estaban subyugados por un gran imperio: los Aztecas, que llegaron a Mesoamérica sólo doscientos años antes que los españoles, que lo mismo que Cortés, después de haber servido como ejércitos a los de Azcapotzalco, por su crueldad, fueron arrojados al lago, a partir de ahí construyeron su magnífica ciudad que todos admiramos y que para ello hacían de la guerra y del comercio su actividad central. Los Aztecas no pudieron conquistar a los Tarascos; o sea, que sus fronteras, por occidente, no llegaban más allá. Fueron los españoles los que extendieron las fronteras hasta el territorio de la California, tierras que después perdimos en el siglo XIX, a causa de las estupideces del señor Santa Anna.
Así es la historia y así somos los hombres. Después de Cortés, vinieron muchos hombres de Europa y Asia a buscar su fortuna y aquí la encontraron. También se abusó de la esclavitud, pero eso tuvo más impacto en tierras del norte que en los territorios españoles. Estos personajes eran hombres, se les debe juzgar como tales, no eran santos; aunque hubo algunos que se acercaron mucho a serlo como Vasco de Quiroga.
Es una lástima que a pesar de lo escrito aún se siga considerando con signos negativos a los verdaderos forjadores de nuestra nacionalidad. Se puede decir que la versión indígena de esta historia sería muy diferente, pero yo digo e insisto que los indígenas jugaban a lo mismo, a conquistar, a esclavizar, a servir a un Dios y a un gran señor como Moctezuma. ¿De qué se quejan? Hay que conocer la historia.