En la Casa del Anciano Samuel Silva, hay cerca de 107 personas que viven ahí el final de sus días. Una de ellas llevaba cerca de 22 años en el asilo y la semana pasada falleció. En sus últimos días, tuvo que ser llevado al hospital, debido a lo cual generó gastos. Como se comprenderá, esta persona no tenía modo de hacerle frente a esos gastos, con lo cual la responsabilidad recae sobre la institución, que como todas las ONG en los últimos tiempos, batallan mucho por sobrevivir.
La cuenta asciende a 70 mil pesos, y quien la cobra es el Hospital Universitario. Uno pensaba que instituciones como éstas son barca de salvación para los que nada tienen, y lo son porque a fin de cuentas su presupuesto sale de los impuestos que pagamos los contribuyentes. Este hospital depende de la universidad, como depende también el Hospital Infantil, quien se encarga de mantenerlos en gran parte.
Estoy de acuerdo que el hospital debe de cobrar a los pacientes según sus propias capacidades económicas, pero, pregunto, una persona que los últimos 22 años de su vida vive asilado en una institución caritativa, ¿cuáles capacidades económicas puede tener? Si se tuvieran dos dedos en la frente se vería que ninguna.
La cuestión es que como vieron que era visitado por señoras de buena posición social que prestan su servicio social en dicha institución, pensaron que ellas podían hacer frente al gasto. ¿Se imaginan si ellas hacen frente a los gastos de los 107 ancianos? No hay dinero que alcance. Mucho hacen con dar su tiempo a esa buena causa y de seguro también aportan dinero.
Aquí la pregunta es, ¿cuál es la finalidad de instituciones como el Hospital Universitario? Son auxiliar en la enseñanza, porque sirve a la formación de los estudiantes en medicina. Y aquí viene otra pregunta, ¿qué formación ética, social, moral le dan a los estudiantes cuando su comportamiento no es nada humanitario? Por eso temes caer en manos de un médico porque sabes que no se detienen ante nada para cobrar, o convertirse en los herederos por extender tu vida hasta los límites que tu cartera puede pagar.
Cada vez nos perdemos más en cuanto a los fines sociales que estamos persiguiendo, a pesar de todos los discursos políticos. Mientras quien teniendo buenas entradas económicas puede conseguir becas para irse a estudiar maestrías y doctorados al extranjero o en el país, un hombre que nada tuvo en la vida muere dejando una deuda en un hospital estatal de setenta mil pesos. Y esa deuda hay que pagarla porque si no, al próximo que se enferme le van a negar la entrada.
O si no, díganme ¿adónde los llevamos a que se mueran? Algunos tienen seguro, otros mueren en la misma casa en silencio y con toda su soledad; pocos son los que tienen que ir a morir a un hospital y si no hay hospital para ellos, qué grado de humanitarismo podemos decir que tiene nuestra sociedad, ¿ninguno? La pregunta es contundente, ¿adónde se lleva a morir un viejo que nada tuvo en la vida?
Por si no se han dado cuenta, la Casa del Anciano ha tenido que hacer campañas especiales los últimos tiempos para conseguir pañales porque es una cantidad extraordinaria la que se gasta. Y cuando se sufre como se sufre para conseguir los pañales, cuanto y más teniendo que pagar una cuenta como ésta.
Lo más fácil sería decir, como muchos dicen, debo no niego, pago no tengo; o darles la dirección del panteón a donde lo fueron enterrar para que le vayan a cobrar allá; porque eso es otra, hay que conseguir un panteón, una tumba y una gaveta en donde colocar sus restos.
Mientras que el humanismo ilumina a los que se hacen cargo de estas instituciones, hay que aportar para pagar. Si usted quiere hacerlo, acuda al Asilo Dr. Samuel Silva frente al Bosque Venustiano Carranza y déjelo en la recepción. Así es como se consigue pagar este tipo de cosas, peso a peso. Y ya que está ahí dese una vuelta por el lugar para que se entere de la forma tan humanitaria y tan digna de como se atiende a esas personas.
Los domingos está abierto el bazar de nueve a tres de la tarde. La venta que ahí se logra es una ayuda para afrontar los gastos de la casa. Ahí también puede dejar su aportación.
Los viejitos comen, visten, deben ser cuidados, se enferman, mueren y todo eso se debe de pagar. Ayude usted a la Casa del Anciano, Samuel Silva.