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Ensayo sobre la Cultura

Los impuestos y los servicios

José Luis Herrera Arce

Los temas de la semana han sido variados y alguno hay que escoger. Como ya estamos cansados de los maestros varados en el Zócalo y los huracanes nos toman desprevenidos, comentaremos la intención de subirnos los impuestos a través de los productos que consumimos.

Un estado vive de los impuestos; estoy de acuerdo, y éstos se tienen que pagar para que pueda haber los servicios necesarios que necesita una nación. Hay muchos compromisos a los cuales se tiene que hacer frente y eso sólo es posible si la ciudadanía paga.

Esto es la teoría que comienza a fallar cuando vez que no todos los servicios son dados ni todos los impuestos son pagados. Un ejemplo, nada más para que sirva como botón de muestra: los automovilistas que usan placas de Onappafa, que son ciudadanos que por ahorrarse unos cuantos centavos se van a comprar autos al extranjero y en lugar de pagar los impuestos requeridos se protegen para que no les sean cobrados. Ellos usan nuestras calles y nuestras carreteras, pero no están aportando su parte de los gastos y las autoridades se han mostrado incapaces para meterlos al aro. La pregunta es: ¿los que sí pagamos placas y cada año lo que nos toca, debemos pagar más impuestos porque muchos oportunistas no cumplen con su obligación?

Así también te enteras que hay muchos ciudadanos que les gusta considerarse como especiales y hacen todo lo posible por no pagar y hay otros cumplidores que son a los que se les carga la mano, en lugar de hacer pagar a los que no pagan. Mejor sería hacer pagar a los que no pagan en lugar de hacer pagar más a los que ya pagan. (Esto parece un bonito juego de palabras).

Junto a ello están las salidas, los sueldos que aquellos quienes trabajan para el Estado cobran por servir a la Patria. Los representantes de los ciudadanos ganan dos o tres veces lo que gana una persona común y corriente, si no es que hasta más, y así se aleja, por lo menos económicamente, de sus representados; tal vez por ello se convierten en mamá gallina y pretenden protegerlos de todo intentando realizar un Estado paternalista. Mejor deberían partir de la realidad del pueblo y no perder de vista que la democracia suponía el gobierno por el pueblo mismo y no el gobierno de unos abusados que se encaramaban al poder para hacer lo mismo que los monárquicos. Lo primero que deberían hacer es bajarse el sueldo para que comenzaran a pensar como nosotros e hicieran leyes más apropiadas a nuestra situación.

Y luego, vienen los servicios que cada vez son más deficientes. Uno se pregunta, ¿Si antes se podía, por qué ahora no se puede? La respuesta es muy difícil de encontrar. Lo que sí es cierto es que cada vez es más difícil sobrevivir en las condiciones en que subsistimos. Hasta pagar los camiones son un gran peso para el presupuesto familiar, y si te cuesta mucho moverte, cómo le vas a hacer para afrontar los demás gastos familiares: casa, ropa, alimento. Vivimos en una época en que escasean los trabajos y los que existen, por haber demasiada mano de obra desocupada, se paga muy barato. Auméntale impuestos a todo lo que compras, a las colegiaturas si hablamos de la clase media; a los refrescos, si hablamos de la clase baja. ¿Adónde quieren que vayamos a parar?

Me acabo de enterar que se canceló el certamen de poesía Enriqueta Ochoa, porque según dicen: no hay presupuesto. Ese certamen ya tenía su prestigio, pero el Estado quiere mostrarse pobre para dar lástima. A mí se me hace que lo que le hace falta es la dignidad. La pregunta es la misma, ¿si antes se podía, por qué ahora no? ¿También el certamen de obra de teatro para niños va a ser cancelado? ¿Qué más nos van a cancelar?

Por eso, uno se enfurece cuando se trata de cobrarnos más impuestos. No lo vemos en función de mejora de servicios porque los servicios no han mejorado: pero sí hemos estado sabiendo de tanto político que sale con fortunas inexplicables y de hermanitos incómodos que son exonerados.

Con esto de los huracanes, el país va a salir mucho más golpeado. El pueblo no come de la demagogia barata que en los últimos tiempos le han dado; ahora se trata de responderle. Lo último que tendríamos que perder sería la estabilidad social y esa, hace tiempo, ya no se nos ha estado yendo de las manos.

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