¿De qué depende el Premio Nobel? En el campo de la literatura, aún no lo sé. No se trata de un concurso literario; me imagino que se aquilata la obra de alguien y se le reconoce como la mejor de una época; el impacto que produce en la sociedad, las novedades que puede presentar en cuanto al contenido y la estructura. En el campo de la poesía, el uso de los tropos, las imágenes, los ritmos; esa musicalidad que junto a la elaboración de un nuevo mundo metafórico te va llevando al descubrimiento de la realidad.
La sorpresa surge cuando nombrar a escritores desconocidos o poco conocidos y se deja a un lado a autores que desde hace mucho tiempo han impactado el mercado literario por su novedosa proposición. Entonces es cuando te comienzas a sospechar que el dichoso premio no es la panacea, (o lo es por el billete con el cual está dotado). Posiblemente, los intereses políticos, o cualquier otro tipo de interés, han intervenido para que el premio no sea lo que debiera ser.
Hay una larga lista de autores que han sido ignorados por la academia, y muchos de ellos se han convertido en lecturas de culto para los amantes de las letras. Me recuerdo a Jorge Luis Borges, a Julio Cortázar, a Yukio Mishima y muchísimos otros. Aquí no es cuestión de gustos, es un impacto patente en el quehacer literario a toda una generación que conformó su propia visión del mundo con la influencia de ellos.
Debo reconocer que de Alice Munro aún no conozco su obra. En segundo lugar, debo reconocer, de nuevo, que las novelas de Haruki Murakami, desde la primera que leí, me han abierto las puertas a un mundo literario muy particular. Es un autor del cual ya estoy esperando la siguiente novela, como muchos lo estarán, bajo la sospecha de que aún está por venir la obra que habrá de culminar este gran edificio literario.
Tal vez cuando leí "El pájaro que da cuerda al mundo", sentía que algo le faltaba, pero al terminar 1Q84, me convencí de que no le faltaba nada. Y muchos como yo piensan lo mismo, ya que estaba considerado en primer lugar para recibir el Nobel, pero el dichoso premio nos ha decepcionado.
Debo de confesar que he dejado de consumir los premios Nobeles desconocidos porque algunas de sus obras se me han caído de las manos. No es lo que se espera de ellos, (ejemplo Panuk). Esto me ha convencido de que ese faro no puede ser una guía fiable de mis lecturas.
Cortázar y Murakami, autores contundentes, de los cuales todo mundo habla y todo mundo lee (los que leen) y para acabarla, todo mundo imita o trata de imitar, ¿les hace falta el premio para seguir siendo leídos y vendidos? Pienso que no. En una biblioteca decente no pueden faltar, como tampoco Borges, y muchos otros ignorados por la academia.
Esto de las academias, en su pecado estará la penitencia. Sus acciones son las que les van restando credibilidad; lo mismo le puede pasar a la de Hollywood o al Nobel o a cualquier otra cuya soberbia les impida percatarse de que el público no es tonto. Nadie va a dejar de leer a Murakami ni a Cortázar nada más porque a la academia no le ha dado la gana reconocerlos. En cambio, muchos Nóbeles pasarán desapercibidos con el tiempo. ¿Quién es Mo Yan? Es el del año pasado. Aún no lo leo. En cambio, de Yukio Mishima he leído sus principales obras, las cuatro que componen caballos desbocados y "las confesiones de una máscara".
Lo que de un autor se impone es la obra. El negocio de la literatura son los libros. La cultura literaria se va componiendo a base del consumo de los grandes monumentos que aportan la novedad a la visión del mundo. Tú lo sientes, cuando los aficionados a la literatura hablan de esos autores, cuando los jóvenes los consumen y hablan sobre ellos, cuando se les discute, cuando los encuentras en los estantes de las librerías. Quiere decir que siguen vigentes. (Cortázar murió en 1984, y aún sigue vigente, como todos los grandes autores, sin necesidad del susodicho premio.)
En el caso del español, hay un premio de consolación que es el Premio Cervantes. Murakami ha recibido otros reconocimientos. Por otro lado, también ha habido escritores que han rechazado el premio, como es el caso de Jean Paul Sartre. Otros no necesitan ni de premios ni reconocimientos para hacerse millonarios con su literatura, como es el caso de la Rowling.
De todo se da en la viña del Señor.