Como todos los años, nos disponemos a festejar La Revolución Mexicana. A más de cien años de haber iniciado el movimiento, sería hora de preguntarnos si en realidad ha logrado sus objetivos, o si sólo se trata de una costumbre que ya ha perdido su significado, o si se hace necesario replantearnos de nuevo cuál es el rumbo que debiéramos darle a la nación.
Nadie afirmaría tener el mejor de los países, en ninguna parte del mundo. Mas la cuestión no es ésa sino preguntarnos si recorremos un camino que nos lleve hacia alguna parte. Se diría, hacia un tipo de paraíso terrenal, donde habremos de conseguir lo que definimos como la felicidad.
De eso es de lo que se trata, de la felicidad, aunque suene muy cursi la palabra. Pensar en ese lugar apacible donde los ciudadanos pueden conseguir sus objetivos personales, al mismo tiempo que se logran los sociales, y sobre todo, donde vale la pena el hecho de vivir, porque se tiene fe que en un futuro las cosas irán mejor y cada vez más, irán mejor.
Los hechos de todos los días nos hablan de lo contrario. Ya no sólo se trata de haber permitido que de los sindicatos se hayan adueñado dictadores que han hecho, a partir de ellos, sus grandes fortunas, sin haber logrado para sus agremiados, mejores niveles de vida, o utilizarlos como fuerza, y de esta manera, imponer sus fines personales y egoístas en contra de los intereses nacionales, los cuales les importa muy poco.
Se trata también de la inseguridad que no permite el desarrollo estable económico y social y el crecimiento. Esto mismo nos impide competir en esta globalización en la cual nos han metido.
Y a esto hay que aunar la corrupción a todos los niveles. Se ha puesto en duda toda la confianza en nuestros gobernantes y en nuestros protectores porque todo mundo quiere sacar dinero a toda costa, y si no lo quiere, el pueblo lo cree. Si no hay confianza, no hay manera de unificar esfuerzo porque la credibilidad está ausente. Nos hemos vuelto individualistas. Nos cuidamos del otro, vivimos en una constante psicosis.
Tenemos el rumbo perdido. Cada vez nos va peor. No hay nadie quien nos hable de cómo solucionar nuestros problemas, porque faltan las fuentes de trabajo, porque cada día nos trae un nuevo problema, porque no hay acuerdos y nuestros políticos juegan a imponer sus intereses personales en contra de los de toda una sociedad. Nadie tiene derecho a jugar con el hambre de nadie y lo que hacen es eso. Nadie tiene derecho de colgarse de los mitos para brillar en el firmamento político nacional. Nadie tiene derecho a no enfrentar la verdadera realidad de los mexicanos impidiendo que los problemas se resuelvan de raíz.
Somos un país corrupto. Aceptarlo es un buen principio. Somos un país egoísta, pensamos en nuestras conveniencias. Hemos quebrado todas las industrias que dependían del gobierno y las instituciones sociales, como el Seguro, van en decadencia.
Nuestros políticos pretenden perpetuarse en sus puestos, y han demostrado ser tan ineficientes en su gestión, y sin embargo, de una manera o de otra, vuelven a colocarse y ni siquiera los que pertenecen a un mismo partido se comprometen ni con sus ideales ni con sus partidos, y luego quieren parecer como los hombres probos de la patria.
Tú y yo tenemos hambre. Y los pordioseros que se encuentran en todos nuestros semáforos tienen hambre. Y la gente del campo ya perdió toda esperanza de que su vida sea mejor y los obreros ya dejaron de pensar que una nueva maquiladora les va a ofrecer una plaza de trabajo, y el dependiente que su contrato es temporal y que sus derechos laborales no serán respetados, porque así lo permite la ley, y nos moveremos en esta jungla a donde la explotación del hombre por el hombre es la pauta. Dejaremos hacer porque nos dejan hacer y nos comenzaremos a defender dando mordida, y morderemos, y veremos cómo los grandes capitales se hacen no pagando deudas, aprovechándose de no pagar impuestos, y entonces se cargará la mano al pueblo y veremos cómo nuevos políticos llegan a ser millonarios.
Esto es lo de todos los días
¿Dónde está la Revolución? Nos van a convertir en un país de mantenidos. Resuelven el problema laboral repartiendo dinero a los que no trabajan. ¿Dónde está la Revolución?