Las noticias diarias nos están indicando que para el año que entra nos esperan momentos difíciles, ya que los impuestos suben y las leyes se hacen cada vez más rígidas para que no encuentres modos de pagar menos o de evadir. Se pudiera pensar que el Estado tiene razón de actuar de esa manera porque necesita entradas para que el país pueda seguir funcionando. Se ve que el objetivo del Estado es ése, obtener más, por ello el cambio de tanta ley y tanta pildorita dorada para poder tocar lo intocable, como es el caso de petróleo.
Por otro lado, nuestra confianza no encuentra con qué alimentarse. Las noticias de gobernantes que tienen millones escondidos por ahí o que presumen comprarse departamentos alrededor del orbe, o que dejan la deuda detrás de sí y no quieren responder por ella, nos está indicando que lo que no ha podido abatirse en el país es la corrupción, y que no precisamente los impuestos que van al alza servirán para resolver nuestros problemas nacionales. En realidad, van a ser una gran tentación para muchos expertos en desviar los dineros o en utilizarlos para su beneficio personal.
Yo no entiendo cuál es la razón para que un político utilice los fondos públicos para hacerse publicidad. Las bondades que haya realizado en su vida son su obligación, para ello cobra un sueldo, para que tanto cacarear el huevo; es lo que tiene que hacer y ya ha cobrado su cheque. Resulta muy molesto asistir al estadio de futbol y ver por las pantallas la constante intervención de un anuncio de un político que también ha llenado espectaculares con imágenes que se sienten falsas. Me imagino a una vedette anunciando su show.
Yo no sé que tienen que presumir los políticos. El país no mejora. Ya nadie cree en la demagogia y pronto se les descubren las trampas, como anunciar las viejas obras o las realizadas por otros como si fueran propias o nuevas. Ellos juegan a que se las tenemos que creer y nosotros jugamos a que no se las creemos y simplemente lo soportamos hasta que lo tengamos que soportar.
Los grandes problemas de la nación no están en vías de resolverse.
El problema de la inseguridad persiste. Digan lo que digan, es una batalla que no se ha encontrado el modo de enfrentarla con éxito, sobre todo, porque muchos han encontrado muy benéfico venderse al enemigo, sobre todo con los bajos sueldos que se pagan en las fuerzas que deben vigilar el orden.
El problema de la creación de empleos no se resuelve porque este empeño de participar de una economía global nos ha hecho consumidores de productos que no maquilamos en nuestro país y no nos trajo las fuentes de trabajo que había prometido traernos.
El problema de la educación se encuentra en una de esas nubes que se ha dado por inventar últimamente. Los sindicatos se muestran fuertes cuando se trata de salirse con la suya. Ellos sí que han encontrado modo de defenderse aunque su beneficio vaya en contra del beneficio del país.
Los sindicatos, seguimos con ellos, han sido el trampolín para dotar de fortunas millonarias a muchos secretarios generales que hasta heredan los puestos a sus hijos. En cambio, los trabajadores siguen con las mismas condiciones económicas de siempre, sin mucho futuro que ofrecer a los suyos.
Las grandes máximas de la revolución se derrumban. No solamente el petróleo, que a estas alturas con tanta demagogia ya no se sabe qué es lo más conveniente. Ahora, más que nunca, se habla de la reelección porque estos politiquillos que se hacen tanta publicidad con nuestros impuestos quieren eternizarse en una chamba, que aunque algunas veces les resulte incómoda, deja muy buenos dividendos y muy pocas veces les pide cuentas de sus actos.
En algunos aspectos, se nota que la anarquía se apodera del país. La Ciudad de México sufre las consecuencias. (¿Cómo sobreviven los que protestan? ¿Cómo lo hacen sus familias?) En estados como Michoacán, es difícil la vida.
Si nuestro gobierno no está haciendo las cosas bien ¿cómo es que quiere cobrarnos más? Ahora bien, si nosotros pagamos o nos van a hacer pagar, es lógico que comencemos a exigir mayor bienestar para nuestras familias. De eso se trata, de exigirles. Me dicen que la otra vez llegó un senador a un lugar a pedir unos análisis para sus hijos y quiso entrar a una parte presumiendo el puesto y las secretarias le pidieron que se comportara. No acaban de entender que en la democracia, todos somos iguales, que ellos nos representan. Deberían de servirnos y no servirse de nosotros.