Enrique Peña Nieto inicia su segundo año de gobierno en medio de una caída en su popularidad. Las expectativas con las que arrancó su mandato se han ido desvaneciendo poco a poco. Seguridad y desarrollo económico siguen siendo las principales preocupaciones de la población sin que ésta vea hasta ahora una mejora sustancial en ambos temas.
La encuesta publicada el domingo 1 de diciembre por El Siglo de Torreón refleja parte del desencanto que hay con la actual administración federal. El nivel de aprobación ciudadana cayó de 50 a 44 por ciento de abril a diciembre, mientras que la desaprobación ciudadana aumentó de 18 por ciento en el mismo lapso para colocarse en 48 puntos porcentuales. Pero el panorama de la percepción de los líderes de opinión es peor. Mientras que la aprobación se desplomó 38 por ciento en siete meses en ese sector, la desaprobación subió 28 por ciento.
Esta percepción va acompañada de la reducción en la expectativa de crecimiento económico de la propia Secretaría de Hacienda, que en un año ha pasado de 3.5 a 1.3 por ciento. En términos llanos, el país no está generando la cantidad de empleos necesarios para brindar una oportunidad de vida a cientos de miles de jóvenes que año con año se integran a las filas de la población económicamente activa. La competitividad del país sigue siendo de las peores entre los miembros de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos, con todo los riesgos sociales que ello implica.
En el tema de la seguridad, si bien en 11 meses se ha notado una disminución en el número de homicidios dolosos del 18 por ciento en comparación con los registrados en el mismo periodo de 2012, aún no se percibe como un éxito real en la estrategia de combate al fenómeno de la delincuencia y sus causas. Lo que ahora sucede en Michoacán es por demás simbólico. El expresidente Felipe Calderón inicio su sexenio con un operativo masivo en ese estado, el suyo propio, para hacer frente al crecimiento de la ola criminal. Hoy, la situación en esa entidad no es mejor. Ante el fracaso institucional han surgido grupos de autodefensa que en lugar de fortalecer al Estado, ponen en evidencia las debilidades del mismo.
Quizá el logro más significativo sea el avance en materia de reformas legislativas impulsadas en gran medida gracias al Pacto por México. No obstante, los alcances de esas reformas aún son difusos, al igual que sus beneficios, y el acuerdo político del que surgieron hoy se tambalea por la salida del PRD motivada por las diferencias en lo que tiene que ver con la reforma energética, principalmente motivadas por diferencias internas en ese partido.
A lo anterior hay que sumar los reclamos de organismos transnacionales, como Amnistía Internacional y la propia ONU, en cuanto a la situación de derechos humanos, en donde se observan pocos avances y algunos retrocesos. Por si fuera poco, la corrupción en los distintos niveles de gobierno no ha podido ser acotada, ante, quizás, una falta de voluntad real y debido a mecanismos ineficientes.
Así pues, al gobierno de Enrique Peña Nieto comienza su segundo año muy mermado en el margen de maniobra que le dio el beneficio de la duda otorgado por un amplio sector de la ciudadanía en diciembre de 2012. Ahora deberá demostrar que más allá del discurso hay una verdadera visión de Estado.