Experiencias. Diversas circunstancias han llevado a escritores a acercarse a la literatura infantil.
"La paternidad es un camino hacia la literatura infantil pero no es el único", ésa es una de las máximas de los narradores y narradoras que hacen literatura infantil. Francisco Hinojosa escribió su primer cuento para niños antes de ser padre, igual que Paloma Valdivia y Ricardo Chávez Castañeda; Juan Villoro siempre ha dicho que muchas de las historias que ha creado nacieron primero como relato para sus hijos, en especial para Inés, su ahora ya no tan pequeña hija, para la que escribió La Gota Gorda, un relato de amor entre un padre gigante y una hija pequeñita llamada Mini María.
Esos narradores que también escriben para adultos relatan su acercamiento a la literatura infantil que en algunos casos fue generado por la paternidad y en otros por su infancia, por historias que los atribularon y los dejaron sin dormir. En lo que todos coinciden es que al convertirse en padres nació en ellos un escritor distinto o mejor aún, nació una manera distinta de contar las historias para niños.
"Cuando nació mi hija me volví entonces un escritor doblemente atento y doblemente asustado a las malas historias del mundo", dice Chávez Castañeda, autor de Los Ensebados y Fernanda Y Los Mundos Secretos. Pancho Hinojosa, autor del best seller infantil La Peor Señora Del Mundo afirma: "Mi primer cuento para niños, A Golpe de Calcetín (1982), lo escribí antes de ser padre. Muchos de los que le siguieron tienen algún vínculo con mis hijos. Y ciertamente algunos pasaron de ser contados a ser escritos".
Juan Villoro siempre ha celebrado la literatura infantil como literatura mayor; una literatura que ha surgido de su infancia como El Profesor Zíper Y La Fabulosa Guitarra Eléctrica y El Taxi De Los Peluches; pero también de su paternidad como El Libro Salvaje y La Gota Gorda. También ha dicho que la mejor manera de hacer lectores es que los adultos les lean.
"Lo mejor que le podría suceder a un niño es que un padre, una madre o los abuelos le lean cuentos porque eso automáticamente convierte el arte y la lectura en una forma de afecto, de tal forma que cuando los niños son adultos encuentran un eco de aquella primera voz que les asoció la imaginación con el aprecio y el cariño". Y lo dice lector tardío de libros para niños.
Él, que es un escritor consumado y se mueve en terrenos distintos, pisa la cancha de la literatura infantil con confianza, es ese padre gigante que no suda la gota gorda pero llora lagrimones salados cuando sólo imagina lo que podría pasarle a su hija si él no pudiera ayudarla.
Una emoción que a cualquier padre le embarga.