Parafraseando al poeta de la canción Alberto Cortés digo: "Cuando una madre se va… queda un espacio vacío, que no lo puede llenar la llegada de otro día".
Lo anterior lo traigo a estas líneas, debido a que el pasado martes falleció la Sra. Carmelita Ruvalcaba de Yarrington, centro de amor de una familia querida por el Filósofo y mamá de mi amigo Tomás Yarrington Ruvalcaba.
A Doña Carmelita la conocí hace 16 años, su abundante pelo blanco cubría una tez con una tersa piel, en cuyos ojos se reflejaba una paz interna, bajita de estatura, pero grande de corazón, supo ser el eje en torno al cual se articuló una amorosa familia.
Fue una maravillosa escuela de sabiduría, instruyó a los suyos a enfrentar los retos con la autoestima elevada, a conectarse con la naturaleza interior y con el corazón, eso los llevaría a tener lucidez, a llenarse de entusiasmo, a descubrir la vida, a aprender a creer en ellos mismos, a cargarse de fe, alegría, prudencia y paciencia, para darle tiempo al Señor, para que acomode las piezas del rompecabezas de la vida.
Era una madre afectiva con sus hijos y nietos, les enseñó a encontrar el sino de su vida; amable con quienes teníamos el gusto de tratarla, sencilla en su forma de ser, siempre educada y dispuesta a servir, con una bonhomía sin comparación. Cierto día me regaló una virgencita:
-Para que te cuide -Me dijo cariñosamente-
La conservo con gratitud y afecto.
Siempre la encontré con una amable sonrisa en su rostro, nunca hubo en su corazón tiempo para el odio, el rencor o el miedo, cada nuevo amanecer lo veía con la óptica del amor y la alegría, en fin abuela y madre, sabia por derecho propio, entendía que era la mejor manera de conectarse con la fuente de la vida.
Yo, que ya pase por el avatar de la partida de mi amada Mamá, sé lo que debe sentir su familia. En este momento, por el afecto que le guardo a Doña Carmelita y con ella a los suyos, mi palabra dice en el fondo, más de lo que en la forma no es capaz de expresar o de explicar, mi verbo hoy se manifiesta más en el plano de las emociones, que en el de la inteligencia racional.
Hay momentos en los que la palabra revela, establece un vínculo de amor, de adhesión y de energía vital, entre lo visible y lo invisible, que busca sanar o por lo menos acompañar, el duelo que trae consigo la partida.
Deseo que el poder de la palabra, por una parte llegue como un bálsamo de amor a la familia, como muestra de solidaridad a los suyos, y por otra,como una manera de subsanar el enorme vacío que la muerte deja tras de sí, sabiendo que "Vida queda en la muerte".
La muerte trae consigo múltiples mensajes: Uno de ellos es tomar conciencia de que "somos uno para la vida y también para la muerte" el hecho de que sea "plural y democrática", porque no distingue a nadie y nos iguala a todos, nos humaniza, haciéndonos sentir de cerca la finitud, al sabernos mortales.
Otro, su implacable cercanía, al margen de edad, sexo, posición política o social; su intransferibilidad, es decir, que nadie puede ocupar tu lugar cuando se llega el momento de partir, quizás un mensaje mayorsea que"morir es liberar la materia, para que el alma continúe en su camino de la evolución, sabiendo que estamos hechos para dejar una huella fecunda… para trascender a través del poder del amor."
Bendigo el camino de Doña Carmelita, le recuerdo con afecto, me dejó una gran enseñanza, siempre participó con amor en la fiesta de la vida.
A pesar del dolor, el humor del mexicano continúa. Cierto día, en el salón de clase la maestra solterona pregunta a sus alumnos:
-A ver mis niños, ¿Cuál es el tiempo de la siguiente frase?¡Estoy trabajando!
-Tiempo presentemaestraaaaaa -Dicen en coro los niños.
-Muy bien, a ver, filosofito, dime el tiempo de la oración: ¡Yo estoy buscando novio!
-¡ESE… ES TIEMPO PERDIDO MAESTRA!
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