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¿Esperanza fallida?

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LUIS F. SALAZAR WOOLFOLK

El paquete de leyes fiscales que como iniciativa mandó al Congreso de la Unión el presidente Enrique Peña Nieto la semana pasada, implica un duro golpe a la clase media de nuestro país, que contradice las promesas que hizo durante su campaña electoral.

Como es del conocimiento, la propuesta fiscal de Peña Nieto implica la aplicación del Impuesto al Valor Agregado a los pagos de los adeudos hipotecarios sobre las viviendas, al pago de arrendamiento de casa-habitación e increíble, pero cierto, al pago de colegiaturas.

En el libro cuya autoría se atribuye a Peña Nieto, "México la Gran Esperanza", a fojas 109 el hoy Presidente promete fortalecer y "ensanchar" la clase media y ofrece una "estrategia que reduzca los riesgos que enfrentan los hogares de clase media de caer en la pobreza y perder el patrimonio que han logrado atesorar con tanto esfuerzo...".

El ofrecimiento hecho en campaña es saludable, porque la clase media es ejemplo de trabajo e ilustración y sustento de los regímenes democráticos porque al decir de Aristóteles, la clase media está mejor protegida del envilecimiento a que conducen lo mismo la pobreza extrema que la opulencia.

Sin embargo, el pago de hipotecas y arrendamientos de casas-habitación implica gravar un producto de primera necesidad, porque después del alimento, el techo es una prioridad que no sólo sirve para guarecerse de la intemperie, sino que es el espacio vital en el que convive cada familia y como consecuencia, resulta indispensable para fortalecer la solidaridad desde la célula básica de la sociedad, así como para generar las condiciones de seguridad anímica y física que requieren niños y jóvenes en su etapa de crecimiento y formación.

El IVA a hipotecas y arrendamientos de casas-habitación que propone Peña Nieto, no sólo amenaza a la calidad de vida de las familias, sino que es un duro golpe a la industria de la construcción de por sí deprimida y nulifica el derecho a la vivienda previsto como Garantía Constitucional por nuestra Carta Magna.

Por lo que toca al pago de colegiaturas, es evidente la importancia que tiene la educación como base del desarrollo humano de cara al futuro de México, así como motor de la productividad y la generación de riqueza.

Para las familias de clase media la educación privada no es un lujo, sino la condición para sobrevivir y permanecer en dicho estrato social. Las condiciones de la Educación Pública en México son lamentables y de ese desastre han dado cuenta los medios de comunicación en los últimos meses, en virtud del papel denigrante que a nivel nacional ha ofrecido el gremio magisterial frente al intento ¿también fallido? de Reforma Educativa.

Por eso resultan indignantes las declaraciones que hace ocho días hizo a MVS Noticias el secretario de hacienda Luis Videgaray, en las que asegura que la intención de la propuesta de Peña Nieto es que "quienes tienen mejor condición de vida aporten mas..." y agregó: "los más pobres utilizan sus ingresos en alimentos y medicinas, no en colegiaturas...". Esta última expresión de Videgaray es destructiva, porque enfrenta a dos sectores de la sociedad, en la vieja dialéctica de lucha clases.

Con la triple amenaza que significa el IVA a hipotecas, arrendamientos y colegiaturas, Peña Nieto falta a demás a su promesa contenida a fojas 167 del libro citado, mediante la cual el hoy Presidente ofreció ampliar la base tributaria: Lo anterior no se cumple en ninguno de los casos en comento, en los que el IVA cae sobre las espaldas de los contribuyentes cautivos de siempre, que son los trabajadores y empleados de la referida clase media.

La iniciativa del Presidente tampoco cumple con simplificar los trámites ni acabar con los privilegios fiscales, ni aclara el uso que se les dará a los recursos a recaudar, ni ofrece la garantía de que no serán despilfarrados, como ofrece a fojas 166 el libro en cita.

La propuesta que mandó Peña Nieto al Congreso en materia tributaria no es ninguna Reforma Fiscal, ni genera una "Gran Esperanza", porque no aporta ninguna novedad a la utilización de los recursos públicos como herramienta promotora del desarrollo nacional, que instale plenamente a nuestro país en el Siglo Veintiuno. Se trata por el contrario de una "miscelánea" que nos retrotrae al pasado priista y ofrece más de lo mismo.

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