"La esperanza es algo bueno… TAL VEZ LO MEJOR!!!"
(Octava parte)
Continuación…
Yo me he puesto a pensar porque es que me tocan tantas bendiciones si yo no he hecho tanto. Tal vez el beneficio que han hecho nuestros padres nos alcancen a nosotros.
Yo nunca me he sentido pobre a pesar de que pasamos situaciones difíciles, la ropa que teníamos era la que teníamos puesta y la que se estaba lavando. La comida contadita, puertas interiores en la casa no había, así que entraba el frío. En la escuela me juntaba con los que sí llevaban lonche y me compartían. Pero yo pensaba que ser pobre era no tener amor. Y como mi mamá y mi papá nos daban mucho respeto y el cariño físico, la atención, el abrazo, el beso, el ¿cómo te fue?, el aplauso cuando llegábamos de la escuela. Y mi papá en la calle, así como saludaba al señor del periódico o al de la verdura, así también saludaba al presidente municipal, al médico, así saludaba a todo el mundo. No decía este señor trae carro, este señor anda bien vestido, éste sabe menos, éste sabe más, éste está viejito. Él saludaba con mucho cariño a los niños, a los propios y a los ajenos. Me he encontrado con gente que habla muy bien de mi papá, gente que me dice cosas muy bonitas de él. Pero yo creo que si hubieran vivido con él, hablarían veinte veces mejor de lo que ahora hablan. Porque era mucho mejor con nosotros que con la gente de afuera y vaya que si quería a la gente.
Él era mecánico, y en el taller nos hacía juguetes. Él era muy creativo, llegaba a la casa con un armón, no sólo para nosotros sus hijos, sino también para los vecinos a quien también les llevaba algo. Nunca nos dio un regalo comprado, cuando él se fue, no me dejó una navaja, una pluma, menos un terreno o una casa. Aunque hay personas que te juzgan por el dinero que tienes y así te tratan aunque seas su propio hijo.
Para una Navidad, a la edad de seis años, nos hizo mi padre un regalo comprado a cada uno de sus hijos. A mí me tocó un reloj de plástico con la carátula de Mickey Mouse, que creo en la actualidad sería el costo de unos diez pesos. Pero tenía la ventaja que te daba la hora que tú quisieras. Y así aprendí yo a interpretar la hora en el reloj. El día 25 de diciembre de aquel año, estaba yo encantado con mi relojito a medio día, y cuando más contento estaba, tocaron a la puerta. Era una anciana quien se había quedado con sus ocho nietos pues su hija y su esposo habían muerto. Así que llegaron pidiendo una ayuda, un aguinaldo. Esa señora había servido en la casa de mi mamá cuando ella era soltera y mi papá tratando de darles algo. Fue al ropero donde había centavitos y no había nada, sólo deudas, cuentas por pagar era lo que había ahí, todo se lo había gastado en nuestros regalos de Navidad. Fue a la recámara a buscar ropa, pero si daba algo, sólo nos quedaríamos con lo que traíamos puesto. Fue a la cocina para ver si encontraba algo y darles de comer, y en ese momento o comíamos nosotros o comían ellos. Y desesperado entraba y salía para ver qué les daba.
En una de sus salidas se me quedó viendo, se acercó a mí y se puso de rodillas, de esa manera quedaba su rostro frente al mío. Me dijo -Hijo, a ti nunca te ha faltado que comer ¿verdad? No, no me ha faltado. Tampoco ¿dónde vivir? No. Tienes a tus papás ¿verdad? Y hasta un regalito de Navidad. Y me hizo caer en la cuenta de la abundancia que tenía yo. Pero hay gente hijo, que no tiene nada de eso, ni ropa, ni dónde vivir, ni qué comer, ni papás, mucho menos regalitos de Navidad, y ahí están afuera, ocho niños de ésos, asómate para que los veas. Los vi y mi papá me dijo entonces "no te gustaría regalarles tu relojito a uno de ellos". Sí. En ese momento sentí un gran orgullo de que él fuera mi papá, porque sabía que él confiaba en mí, yo me podía deshacer del relojito y se lo di. Él salió y dijo, aquí hay un relojito de Navidad para todos, se los trajo el Niño Dios. Y todos decían… yo lo quiero, yo lo quiero. Con él van a jugar todos, un ratito cada quien. Estaban todos muy contentos y yo viendo la escena. Entonces vi cuando mi papá le dijo a la señora con una cara muy particular, -es que no tengo más-. Le quité su regalo de Navidad a mi hijo y no tengo más, si tuviera algo más te lo daba. Se fueron ellos y mi papá se les quedó viendo y entonces, se regresó la ancianita y le agarró la mano a mi papá con la intención de darle un beso. No lo permitió, la tomó en sus brazos, la volteó y la puso en camino, se fue la ancianita con sus nietos. Se puso de rodillas frente a mí y me abrazó con mucha fuerza. Otras veces me había abrazado, pero no como esa vez. Debió ser muy especial ese abrazo para que yo lo recuerde hasta la fecha. Como diciéndome, y ahora a ti qué te doy hijo, o gracias, o te privé, o perdóname. No sé yo, porque no me dijo nada, sólo me abrazó. A lo largo de mi vida me han hecho muchos regalos pero ninguno como el de mi papá, en el que me enseñó que nunca seremos tan pobres como para no poder dar algo a alguien. Pues la verdad entonces yo sentía que éramos muy ricos. Ésa era la sensación que yo tenía de niño, que éramos ricos. Continuará…
"La esperanza es algo bueno, tal vez lo mejor. Y lo bueno nunca muere. Estaré deseando que estas palabras te encuentren, y te encuentren bien". Más de trescientas mil personas lo han vivido ya, lleva esta experiencia de amor y unidad a los tuyos, en tu empresa, en tu comunidad, "Familia Sirviendo a la Vida", que este 22 de julio cumple 9 años de publicarse.
Espero que estas palabras nos permitan sentirlas a la luz de nuestras familias, pues decía Jesús, "No me digas que me amas, dime cómo vives". "La familia que reza unida, permanece unida". Iniciativa laguna un proyecto de valor y de valores para los laguneros y el mundo!!! Estamos como siempre a sus órdenes en la dirección electrónica: despertar_es@live.com. Lo invito a visitar mi blog en donde encontrará más de 250 artículos de su interés: www.familia.blogsiglo.com