DESPERTAR... ES
ADVIENTO
(2o. Domingo)
II Domingo, la conversión, nota predominante de la predicación de Juan Bautista
Durante la segunda semana, la liturgia nos invita a reflexionar con la exhortación del profeta Juan Bautista: "Preparen el camino, Jesús llega" y, ¿qué mejor manera de prepararlo que buscando ahora la reconciliación con Dios? En la semana anterior nos reconciliamos con las personas que nos rodean; como siguiente paso, la Iglesia nos invita a acudir al Sacramento de la Reconciliación (Confesión) que nos devuelve la amistad con Dios que habíamos perdido por el pecado. Encenderemos la segunda vela morada de la Corona de Adviento, como signo del proceso de conversión que estamos viviendo.
Durante esta semana puedes buscar en los diferentes templos que tienes cerca, los horarios de confesiones disponibles, para que cuando llegue la Navidad, estés bien preparado interiormente, uniéndote a Jesús y a los hermanos en la Eucaristía.
El hombre tiene un problema que no puede solucionar y un enemigo al que no puede vencer. El hombre no puede salvarse a sí mismo, porque todo el que quiere salvar su vida la pierde. Ningún hombre se puede salvar por sí mismo. Por tanto, ningún hombre puede salvar a otro hombre. Un ciego no puede guiar a otro ciego, pues los dos se caerían de cabeza al pozo.
Somos pecadores, pero con una ventaja, ya que sólo los enfermos pueden ser sanados y sólo los muertos pueden ser resucitados.
Les comparto un cuento que nos puede servir de reflexión sobre este segundo domingo de adviento: "Cada año con motivo de las fiestas de aniversario de su coronación, el rey liberaba a un prisionero. Cuando cumplió veinticinco años de monarca, él mismo quiso ir a la prisión acompañado de su primer ministro y toda la corte para decidir a cuál prisionero iba a liberar. Cada uno de los encarcelados, pensando que podría ser el agraciado, preparó su discurso de defensa para exponerlo ante el rey.
-Majestad, -dijo el primero- yo soy inocente. Un enemigo me acusó falsamente y por eso estoy aquí en la cárcel.
-A mí -añadió otro- me confundieron con un asesino, pero yo jamás he matado a nadie.
-El juez me condenó injustamente -dijo un tercero-.
Así, todos y cada uno manifestaba al rey por qué razón merecía precisamente la gracia de ser liberado.
Había un hombre en un rincón, que no se acercaba, y entonces le preguntó el rey:
-Tú ¿Por qué estás aquí?
-Porque maté a un hombre, majestad. Soy un asesino.
-Y ¿Por qué lo mataste?
-Porque yo estaba muy violento en esos momentos…
-Y ¿Por qué te violentaste?
-Porque no tengo dominio sobre mi coraje…
Pasó un momento de silencio mientras el rey decidía a quién liberaría. Entonces tomó el cetro y dijo al asesino que acababa de interrogar:
-Tú sales de la cárcel…
-Pero, majestad -replico el primer ministro- ¿acaso no parecen más justos cualquiera de los otros?
-Precisamente por eso -respondió el rey- saco a este malvado de la cárcel para que no eche a perder a todos los demás que parecen tan buenos".
"El único pecado que no puede ser perdonado es el que no reconocemos". Es necesario confesar que somos pecadores y no tan buenos como muchas veces tratamos de aparentar.
"La esperanza es algo bueno, tal vez lo mejor. Y lo bueno nunca muere. Estaré deseando que estas palabras te encuentren, y te encuentren bien".
Espero que estas palabras nos permitan sentirlas a la luz de nuestras familias, pues decía Jesús, "No me digas que me amas, dime cómo vives". "La familia que reza unida, permanece unida". Iniciativa laguna un proyecto de valor y de valores para los laguneros y el mundo!!! Estamos como siempre a sus órdenes en la dirección electrónica: despertar_es@live.com. Lo invito a visitar mi blog en donde encontrará más de 270 artículos de su interés: www.familia.blogsiglo.com
"QUIEN NO VIVE PARA SERVIR, NO SIRVE PARA VIVIR".
Por: Germán de la Cruz Carrizales