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Flexibilización laboral

Por Salvador Kalifa

El caso de China es fascinante. En unas cuantas décadas pasó de tener una fracción del ingreso por persona (ajustado por paridad de poder de compra) de México, a la posibilidad de superarlo hacia fines de esta década o principios de la siguiente.

Son muchos los cambios que han ocurrido en la economía china y que han hecho posible ese avance espectacular. Hace un par de semanas comenté que la mejoría de los salarios en China se explica por reformas institucionales y cambios en el mercado laboral que favorecieron un crecimiento acelerado de la productividad. Un factor crucial para esta transformación fue la flexibilización laboral. Conviene, por tanto, comentar en esta ocasión el artículo de XinMeng “Labor MarketOutcomes and Refoms in China” publicado en el Journal of EconomicPerspectives del otoño pasado. La autora comienza con algo de historia. Nos dice que cuando asumió el poder el Partido Comunista de China en 1949 aplicó una estricta planificación económica centralizada que estableció dos grandes bloques económicos: el rural y el urbano, sin permitir prácticamente ninguna movilidad laboral entre ellos.

La separación rural-urbana se ejecutó a través de un sistema de registro familiar conocido como hukou. Las personas nacidas en áreas rurales eran asignadas a un “hukou agrícola” y las nacidas en las ciudades se registraban en un “hukou no agrícola”. La evolución de este sistema es clave para entender los cambios ocurridos en el mercado laboral chino.

En los primeros 30 años del régimen comunista, más del 80 por ciento de la población china vivía en áreas rurales. Las razones para mantener en el campo a la mayor parte de la población china eran los niveles bajos de productividad agrícola y la necesidad de contar con el suministro de alimento para las ciudades, esencial para sostener la industrialización del país.

La autora menciona que durante las décadas en las que China ha aplicado la reforma económica, el factor más importante para el avance de la productividad fue que sus mercados laborales han evolucionado hacia un sistema impulsado más con criterios de mercado. A finales de la década de 1970 comenzaron las reformas económicas en China, pero el ritmo y patrón de los cambios fueron muy distintos entre los mercados laborales rurales y urbanos. Las primeras reformas ocurrieron en el campo en los últimos años de los setentas y principios de los ochentas, elevando radicalmente la productividad agrícola, lo que para mediados de la década de 1980 creó un gran problema de subempleo rural. Este y otros eventos hicieron que las autoridades chinas relajaran considerablemente las restricciones migratorias entre el campo y la ciudad, de modo que de 1990 a 1997 los migrantes rurales trabajando en las ciudades pasaron de 25 a 37 millones de personas, llegando a 145 millones en 2009.

En los mercados laborales urbanos, las reformas avanzaron más lentamente que en los rurales. Antes de 1978, prácticamente todo el empleo urbano estaba en los sectores estatal o colectivo de la economía.

El empleo vitalicio y los salarios determinados por la Comisión Central de Planeación, redujeron la movilidad laboral y los incentivos, lo que, a su vez, provocó empleo redundante, holgazanería y una baja productividad.

A mediados de 1990, cuando más del 40 por ciento de las empresas estatales presentaban pérdidas, se inició su reestructuración con repercusiones en el mercado laboral urbano de China.

En 1997 el gobierno inició una política identificada como “Sostengamos a los Grandes, Soltemos a los Pequeños”, reteniendo sólo cerca de 1, 000 empresas estatales y empujando a las más pequeñas para competir en el mercado o declararse en quiebra. En parte por ello, las empresas industriales estatales y colectivas que representaban el 90 por ciento de la producción industrial total en 1990, participaban únicamente con el 30 por ciento en 2008.

Todos estos cambios y el crecimiento económico han hecho que las ciudades chinas demanden cada vez más mano de obra, lo que hasta ahora se ha subsanado con mayor migración del campo hacia las ciudades.

Las autoridades chinas quieren mantener un ritmo de crecimiento acelerado de su economía. Saben que para ello es necesario que continúe esa tendencia migratoria, pero también están conscientes de los retos que enfrentarán.

Para mantener el avance de la productividad en el futuro tendrán que adoptar más reformas laborales, así como elevar el gasto en educación para capacitar a la mano de obra rural. Todo parece indicar que serán capaces de lograrlo.

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