Fomento de la autonomía
Los padres deben trabajar la independencia de sus hijos desde los primeros años de vida. Obligaciones, responsabilidades y el fomento a la autoestima van de la mano en la formación de una persona autónoma.
La autonomía es valerse por sí mismo, responsabilizarse de sus actos, ser independiente y poder proveerse de las necesidades emocionales, económicas y sociales. Forma parte del aprendizaje del ser humano y se desarrolla en el núcleo familiar a partir de los dos años, según Martha Acela Medina Álvarez, psicóloga y terapeuta familiar.
Con cosas tan simples como aprender a colocarse el babero, comer en la mesa por sí solo, cerrar la boca al hacerlo, usar las servilletas para retirar los restos de comida que quedaron alrededor de la boca, los padres les enseñan a los hijos cómo comportarse tanto en el núcleo familiar, como en la sociedad.
Durante el desarrollo, la persona siente la necesidad de cumplir con reglas de comportamiento y convivencia dictadas en el lugar donde se desenvuelve, lo que contribuye a la formación de su autonomía. Conforme va creciendo, surgen estas nuevas reglas que aunque sean básicas, resultan difíciles para los niños, pues conllevan más responsabilidades.
Cuando un menor siente que está haciendo algo bien, porque logra pertenecer a un grupo de escuela, amigos o núcleo familiar, su autoestima crece y él mismo entiende que lo está haciendo bien, pues de lo contrario, percibe el rechazo y sabe que su actuación no es la correcta. Según la terapeuta, la autoestima y la autonomía van de la mano. Aquellas personas que fueron sobreprotegidas, cuyos padres hacían el trabajo por ellos, en la edad adulta enfrentan serias dificultades para encontrar trabajo, establecer una relación fructífera, así como cumplir con los compromisos de un matrimonio, pues de niños no lograron desarrollar su creatividad e independencia, y no saben enfrentar responsabilidades. Por ello, como padres es importante conocer las etapas del desarrollo de los hijos y sus necesidades, para proveerlos de lo que requieran en función de su crecimiento.
PRIMEROS ACTOS DE AUTONOMÍA
Desafortunadamente, para muchos padres no existen recetas mágicas, ya que cada individuo es diferente, por lo que la forma en que los padres deberán inculcar la responsabilidad, fomentar su autoestima y autonomía, dependerá de su personalidad, capacidad física y emocional. Sin embargo, es recomendable que desde la etapa preescolar, los niños cumplan con las responsabilidades y obligaciones establecidas en la escuela, como hacer la tarea, cumplir con los horarios y el aseo personal; así como en el hogar, recogiendo los juguetes, llevando su plato al lavabo, aprendiendo a bañarse y a vestirse, etcétera.
Los primeros actos de autonomía que manifiestan los niños son sencillos, por ejemplo, cuando a la hora de lavar los platos ellos mismos acercan un banco al lavabo, se suben a él y comienzan la faena, o cuando quieren ir solos al baño. En estas pequeñas acciones, los padres deberán manifestar su aprobación a través de un abrazo, un aplauso, un beso o una sonrisa, en señal de aceptación. Como padres, es necesario ser perspicaces y sutiles para darse cuenta del momento en que los hijos pueden asumir responsabilidades en base a sus capacidades.
Para fomentar el cumplimiento de las responsabilidades, en sustitución del tradicional castigo, la terapista recomienda la consecuencia, es decir, hacer que el pequeño enfrente los efectos de sus acciones. “No se trata de martirizarlos, lastimarlos o socavar su autoestima, sino de hacerlos aprender que a toda acción le corresponde una consecuencia, porque si no lavan su plato ahí se va a quedar y más tarde lo van a tener que lavar. Siempre tiene que haber una conexión entre el acto y la consecuencia para que exista un aprendizaje”.
En los últimos años de primaria y segundaria, los jóvenes tienen una mayor conciencia de sus acciones y los perjuicios que éstas les pueden traer, por ello, en esta etapa el tamaño de las consecuencias debe ser similar al de sus faltas. “Por ejemplo, si reprobaron alguna materia, se les puede pedir que paguen su examen extraordinario; si no ordenaron su habitación, ponerles como condición la limpieza para que puedan salir y nunca hacerlo por ellos”.
Según la terapeuta esto ayudará a que los adolescentes aprendan a dimensionar las consecuencias de sus decisiones. La autonomía y la responsabilidad van ligadas a los valores que se les inculcan en el seno familiar, pues sus decisiones estarán regidas en función de estos. La honestidad, el respeto, unidad, superación, justicia y otros valores universales, deben inculcarse desde la niñez, reforzándolos en la adolescencia a través del ejemplo de vida.
TIEMPO LIBRE
Como parte del fomento a la autonomía es recomendable establecer horarios y rutinas equilibradas. La rutina va en función de la disciplina, habrá cosas en las que tengan libertad y otras en donde estén más restringidos. Si en el núcleo familiar la hora de la comida es importante, se deberá respetar esa rutina. De igual manera, si se tiene establecido un horario para ir a la cama; sin embargo, estos podrán ser flexibles en base a la edad y madurez de los hijos.
La socialización y convivencia también deben ocupar un espacio importante en el desarrollo personal de los adolescentes. Los padres deben aprender a conocer a sus hijos desde pequeños, pues de esta manera podrán detectar situaciones que amenacen su autoestima o su integridad física y emocional.
AUTONOMÍA EN LOS ADOLESCENTES
En esta etapa es común que los adolescentes eviten realizar actividades que no resultan de su agrado y recurran al chantaje. Por eso es necesario que se les indique la forma en que pueden organizar su tiempo, para que no dejen de cumplir con sus deberes. Las tareas pueden ir desde ayudar en el aseo de la casa, preparar alimentos sencillos, lavar el uniforme, entre otras.
Por el contrario, no es conveniente saturarlos con tareas o exigirles más de lo que pueden dar. Finalmente, la responsabilidad primordial de los adolescentes es obedecer y sacar adelante sus estudios. Y es ahí donde los padres deberán estar atentos.
RECOMENDACIONES
Estimular la obediencia y el cumplimiento de las responsabilidades es una de las principales recomendaciones. Martha Acela Medina, recomienda emplear material gráfico durante la niñez para organizar las tareas que deben realizarse. “Esto ayuda mucho a los niños, pues llegan a sentirse más seguros cuando anotan en un pizarrón o libreta sus actividades para que no se les olviden. De esta forma, están más al pendiente de las tareas. Por otra parte, cuando crecen y se convierten en adolescentes, las pláticas y consejos deben ser imprescindibles”.
El ejemplo de los padres siempre será una pieza clave en la formación de sus hijos. Por ello, resulta necesario evaluar la forma en que aprenden a enfrentar los problemas de la vida cotidiana. De la misma forma, hay que prestar atención a otros aspectos de la educación de los hijos, como enseñarlos a ser tolerantes con quienes los rodean, cumplir con sus responsabilidades, ser puntales y no faltar a la escuela o trabajo, porque al fomentar estos hábitos, seguramente los seguirán poniendo en práctica más adelante, incluso cuando sean padres.
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