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Formando al mundo

JÓVENES COLUMNISTAS

ALAN DAVID BARRAZA

De forma acertada, muy probablemente el científico más famoso del siglo anterior dijo al principiar una de sus conferencias después de haber emigrado a Estados Unidos, que nunca se considere el estudio como una obligación sino como una oportunidad para penetrar en el bello y maravilloso mundo del saber; Albert Einstein es de quien hablo y es de citarse, por lo que representa al mundo intelectual, no obstante que no estudió a nivel superior en ninguna de las universidades consideradas hasta este 2013 como las mejores en cuanto a todos los criterios de valoración, ya que su alma mater, la universidad de Zurich ocupa apenas el lugar 89, del ranking que hablo es el Times High Education, esos criterios a los que hago alusión son: nivel de docencia, impacto internacional, ingresos, investigación y prestigio, nuestra sagrada autónoma nacional ocupa el olvidable puesto 351, en el 2012 y lo que va de este año.

Es de mencionarse pues, a otro gran científico, ya que hablamos de destacados hombres de ciencia, a Stephen Hawking, famoso por su padecimiento de esclerosis lateral amiotrófica, que le provoca la necesidad de hablar por medio de un aparato fonético, sí estudió en dos de las universidades posicionadas en los primeros 5 lugares, hablo de Oxford y Cambridge respectivamente. No es por tanto de extrañarse que sean sólo dos países (ambos anglosajones), los que dominan el ranking en los primeros diez, sólo haciéndole un pequeño espacio en el lugar ocho a los japoneses, para abordar el tema no es preciso sólo hablar de lo que se configura axiomático, como las políticas públicas alrededor del avasallador resultado en el mundo educativo, sino de múltiples aristas que convergen en un tema complejo y diverso.

Según la máxima autoridad en estadística educativa a nivel mundial, me refiero al Compendio mundial de educación de la UNESCO y la unidad estadística de la OECD (Organización para la cooperación y desarrollo económico), en la nación norteamericana el 47% de la población adulta de entre 25 a 64 años tiene estudios de nivel superior, mientras que en el Reino Unido un 38%, es decir, consiguieron sustentar ese nivel y prepararse para algún posgrado, contabilizando nacionales y extranjeros, esos resultados que aunque no lo parezca, resultan sobresalientes, pues se consiguen con un gasto público por parte de los americanos, del 7.3% del Producto Interno Bruto, muy cercano a lo que invierten los británicos con un 5.6%.

Sin ánimos de atacar, y hacer referencia al estancamiento del sistema (reforma educativa), que quiere tener indicios de cambio sustancial, la educación en México, parangonándolo, aquí apenas el 20.2% de la población entre 25 y 35 años tienen algún estudio superior, incluyendo no sólo los estudios universitarios sino técnicos y de educación normal, conseguido con una inversión del 5.3% del PIB, es verdad que se gasta menos que las potencias (margen muy corto en relación con los británicos), pero la cuestión es que los resultados son abismalmente dispares, la causa va más allá de la política, como reformas a disposiciones legales, pues hablamos de un tema cultural y de composición socio económica y esto es algo que no sólo los legisladores deben constatar, algo como que, invertir por invertir no tiene sentido si esos recursos no se destinan y claro llegan a donde deben y en lo que se debe, atendiendo a las circunstancias contextuales de la realidad.

Regresando a las universidades, la que se lleva la cima de las universidades sin duda es Harvard, un sello característico de la que ya por gran tiempo, ha alcanzado los estándares más altos en el orbe universitario; la razón es el sistema y entorno escolástico que tiene esta casa de estudios ubicada en Boston, donde los estudiantes reciben un trato igual, en el que la relación con sus maestros es individualizada, donde se privilegia la competencia, inquietud y ambición, claro que las condiciones se prestan para que esto sea exitoso, pues con un sistema de bibliotecas de más 15 millones de volúmenes y un cuerpo docente de la elite mundial, que incluyen premios nobel, líderes mundiales (nuestro ex presidente entre ellos) e investigadores de vanguardia, todo se torna lógico. Y más aún, esas características ejemplares se suscitan dentro de un entorno propicio y fértil, es decir, dentro de un país que es cuna de la globalización, desarrollo e impacto internacional.

Esto no significa que el resto del mundo no pueda aspirar a algo semejante, el ejemplo es la Universidad de Tokio, que compite con los monstruos anglosajones. En conclusión, la educación tiene como propósito directo la formación de profesionales que contribuyan con la sociedad al desarrollo y mejoramiento de todo lo que es humano. La prosperidad y la bonanza necesariamente deben acompañarse de intelecto humano, por ello, en nuestro país debemos replantear nuestro sistema de enseñanza desde los niveles más básicos para estar en aptitud de entender lo que representa la educación efectiva y así, lograr entender que no es un asunto mercadológico, sino una necesidad vital para el sostenimiento de una sociedad, que la educación no es cosa de lucro privado, sino de réditos comunes y permanentes, que a ultranza necesariamente se materializan.

@alanbarrasa

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