Lástima de leyes
Las leyes que hoy protegen al menor de ser explotado por patrones voraces desgraciadamente también perjudican y mucho no sólo al menor, también a su familia y lamentablemente a toda la sociedad.
Esos legisladores que cobran sueldos ofensivos para una nación con ochenta millones de pobres y treinta millones en pobreza extrema y que felices se felicitan unos a otros por las negociaciones por debajo de la mesa, que se reparten los intereses del pueblo, mientras disfrutan de servicio de edecanes, consejeros, servicio médico, gastos de representación, viajes, etc., etc.
Y además degustan de servicio de restaurant con comida internacional. Que dicho sea de paso, qué bueno, porque si comieran tacos y garnachas con un refresco “Pato Pascual”, afuera de San Lázaro pues serian aún peores marrulleros.
Sacan leyes populistas aplaudidas por los que tienen la barriga llena y no tienen la necesidad de mandar a sus chamacos a trabajar y que con esta ley lo único que están haciendo es mandar a los muchachos al ocio y a la delincuencia.
Apoyados en que los países ricos ya promulgaron leyes similares, pero lo que nuestros sabios legisladores ya perdieron de vista es que esos países pues son eso, precisamente “ricos”, pero nuestros ignorantes legisladores que no saben de historia contemporánea, es que esos países hace apenas unas décadas estaban más pobres que nosotros y sus niños hasta de siete años trabajaban jornadas de doce horas y en condiciones insalubres y riesgosas, hay documentos y fotografías que lo avalan.
Y si nuestros legisladores quieren peinarse con leyes similares a esas naciones pues deben también generar leyes que otorguen niveles de empleo y una economía similar, porque de otro modo se está incurriendo en una tontería histórica al ignorar que un chamaco primero debe comer que ir a la escuela y si esos desnaturalizados legisladores no cubren esta necesidad, tampoco los asiste ningún derecho a arrebatarles el pan de la boca con su tonta ley.
Señores pónganse verdaderamente a trabajar y déjense de tonterías.
Y no me siento irrespetuoso al dirigirme a ustedes de esa manera, dada su investidura, pero más irrespetuosos y también inhumanos son ustedes con estos chamacos y de paso con toda la nación porque están nutriendo la delincuencia con mano de obra fresca, barata, oportuna y abundante. Lo cual los hace socios de la criminalidad que nos azota.
Arturo Salas Juárez,
Ciudadano de Torreón.