Inicio de sexenio
Amigas y amigos: estos primeros días del nuevo gobierno federal han dejado, en una buena parte de la sociedad mexicana, la impresión de que, ¡ahora sí! las cosas en nuestro país habrán de encarrilarse a favor de las demandas más sentidas de la ciudadanía; que, ¡ahora sí! se aprobarán las reformas estructurales requeridas para emprender el camino del desarrollo; y que ¡ahora sí!, se actuará en contra de la corrupción y que no habrá impunidad para quien sea pillado en la comisión de dichos actos. Todas estas espectativas y más se han despertado en todas las personas que con toda buena fe o por simple indiferencia se dejan llevar por las promesas del gobierno que inicia, pero que desgraciada e invariablemente como todos los gobiernos anteriores han terminado en el repudio pues, como se ha comprobado una y otra vez, desgraciadamente dichos gobiernos han terminado en el mayor descrédito por no haber cumplido con las promesas declaradas al inicio de su mandato y que lejos de desterrar los ancestrales errores en el ejercicio de gobernar vuelven a caer en los mismos vicios conscientes que prometieron desterrar al inicio de su mandato.
O ¿alguien puede afirmar que alguno de los gobiernos que hemos tenido en los últimos 50 años han salido con la cara en alto, reconocidos por la sociedad y orgullosos del deber cumplido? ¿Alguno de ellos puede afirmar con orgullo y de cara a la sociedad que cumplió con el compromiso protestado en la toma de posesión del cargo (“Protesto cumplir y hacer cumplir la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos...”).
Por otra parte, están quienes respaldan y aplauden al nuevo gobierno no precisamente por su buena fe sino con tranquilidad porque su estatus no corre el riesgo de ser cambiado y sus privilegios se verán mantenidos y consecuentemente el entramado de corrupción que han tejido durante tantos años, permanecerá intacto.
¿O alguien cree que quienes abusaron del poder (Moreira, Marín, Ulises Ruiz, etc., etc., etc.) habrán de ser castigados por sus faltas?
En el polo opuesto estamos quienes desconfiamos del propósito de enmienda de los priistas simple y sencillamente porque son ellos quienes llevaron al país al lamentable estado en que se encuentra en todos los ámbitos. Sí, los gobiernos panistas agravaron más las cosas por su incompetencia en el arte de gobernar y su inclinación demostrada y vergonzosa hacia la corrupción, pero hay que tener presente que este partido, hoy en desgracia, llegó al poder porque la sociedad !ya estaba harta! de la corrupción priista y creyó en las promesas de Fox de exterminar la dinastía priista (“sacaría a todas las sabandijas, culebras y ‘teopocatas’ de Los Pinos”) y que emprendería el saneamiento del país en todos los órdenes de gobierno. Falsas promesas, los gobiernos panistas fueron igualmente “sacados a patadas” según la expresión de campaña del propio Fox.
Quienes desconfiamos de las buenas intenciones del gobierno federal actual seguramente tenemos muy presente la fábula de la rana y el alacrán en que este último le pidió a la rana que lo transportara a la otra orilla del río y una vez que la inocente rana cumplió con lo que le había solicitado el alacrán, éste le clavó su lanceta y la mató justificándose diciendo que “matar estaba en su naturaleza”. Nosotros ya conocemos la naturaleza del PRI.
Héctor Astorga.
