‘A Fortunato’
Su nombre real era otro, ya ni me acuerdo, pero la gente le empezó a llamar Fortunato pues de la noche a la mañana se hizo de una gran fortuna, no por que se haya sacado la lotería o fuera de los que robaron al Melate; lo hizo siendo el mayor oportunista del país que estuvo siempre a la caza de todas nuestras calamidades para de ahí aprovechar y hacer negocio.
En los años setenta, Fortunato no pasaba de ser un obrero en un ingenio azucarero, época en la que, la zafra subía de precio día con día y los especuladores compraban toneladas del producto a bajo costo y en tiempos de crisis lo vendían al menudeo carísimo; ahí aprendió que más vale maña que fuerza.
Robando a su empresa por las noches con la complicidad de dos o tres veladores, Fortunato se hizo “comerciante” de azúcar.
Luego con su pequeño capital compró dólares para después venderlos más caros; los domingos iba a las reventas del futbol y obtenía jugosas ganancias. Un primo de él, que trabajaba en Banrural le pasaba gasolina de la ordeña de las camionetas y entre ambos empezaron a aumentar su fortuna.
Anduvo también por Conasupo y le fue muy bien.
Años después me encontré a Fortunato como boticario, cuando la influenza, vendiendo cubrebocas de tres pesos a cincuenta.
Con la fiebre de las dietas en mujeres y disfunción eréctil de los hombres amplió su farmacia pues hasta ahora esos productos tienen mucha demanda.
Hace poco, con la fiebre aviar, Fortunato compró en las granjas miles de cajas de huevo y se fue a la colonias a venderlo por kilos de diez huevos cada uno embolsado, según él a bajo precio.
Cuando la telefonía celular estaba en pañales en México compró una acción para una telefonía y se hizo rico, entonces vio que la política le podía dejar mayores ganancias y se acomodó en las tiendas del aprecio, esas que por mal nombre llevan “Sierra Madre” pues no cierran en todo el año y vendió tarjetas que para la gente pobre, lo que le redituará grandes contratos con el nuevo gobierno.
No me lo dijo, pero seguro estoy que también anda en el negocio de las armas de cuyos países en paz tienen sus bodegas llenas, eso hoy es un gran negocio.
Y como la inseguridad también produce dinero ahora es dueño de una empresa aseguradora, varios negocios de alarmas, de puertas eléctricas, carros blindados y hasta puso una agencia de guaruras para quien se los pueda pagar.
Es triste saber que los “Fortunatos” del país se hacen ricos a costa del dolor, preocupación y necesidades de la gente; son aves negras del cielo azul que en el aire esperan la caída del ser para lazarse en pos de sus despojos.
Hoy, con la inseguridad hasta las funerarias son negocio.
Hoy también el hambre es el gran negocio, es sorprenderte ver cómo un kilo de frijol viejo, un cuarto de aceite, una bolsa de harina y dos rollos de papel de baño encumbran a un político.
La salud y la educación son también asignaturas que el Estado Mexicano tiene como deuda con sus representados, pero que también ahí los “Fortunatos” de ese “no hacer” del gobierno, son los que ganan.
Hoy pagamos más por servicios que no nos dan y tal parece que preferimos hacerlo en lugar de organizarnos y exigir.
Seguimos como el hamster en la rueda girando viciosamente mientras se nos va la vida esperando, siempre esperando, un México mejor.
Mientras eso pasa políticos embarrados de gel se aprestan a sus campañas.
Yo me preguntaba hace días, ¿cómo se acaba con un político en México?, pues no votando por él.
¿Cómo se acaba con un líder en México?, sacándole sus trapitos y llevándolo a la cárcel.
¿Cómo se acaba con un verdadero líder en otro país?, con balas, sólo con balas, porque el verdadero líder no tendrá nunca que reptar, por lo tanto no habrá cola que le pisen.
Miguel Gerardo Rivera,
Gómez Palacio, Durango.