Sobre la llegada del Papa Francisco
Estimado Don Yamil: Efectivamente se ha despertado un verdadero y esperanzador júbilo entre quienes profesan la fe católica por la llegada del cardenal Jorge Mario Bergoglio al Papado y que ha adoptado el nombre de Francisco. No han sido pocos los expertos en asuntos del clero católico y el Vaticano que han opinado al respecto, tanto de la renuncia inesperada de Benedicto XVI como la elección del nuevo Papa.
Prácticamente todos coinciden en que para el anterior Papa era ya demasiado el peso de los problemas internos de la Iglesia, que efectivamente, Benedicto ya no se sentía con las fuerzas suficientes para afrontarlos.
Y es que los tales problemas (usted menciona algunos) en que ha caído la Iglesia Católica, obedecen a todos los intereses y desviaciones terrenales, menos a la razón central del cristianismo: predicar y vivir íntegramente la doctrina cristiana.
Dice usted que tales problemas “se alejan un poco de lo que la institución religiosa pregona como enseñanza de Jesús”.
Yo más bien diría que se alejan radicalmente de dicha doctrina si hacen gala de todos los lujos que el dinero puede comprar, si han tolerado la pedofilia, si han creado una riqueza que nadie conoce su monto, pero que todos afirman que es inmensa, si ha hecho negocios y han financiado hasta empresas ilegales, si aquí en México hemos tenido obispos verdaderamente impresentables (Don Norberto, Onésimo Cepeda, etc., etc.). Está visto que infinidad de pastores católicos de todos los rangos no le teme para nada al “juicio final”.
No, definitivamente la Iglesia Católica no tiene nada de ejemplar. Por ello demanda una renovación (fíjese nomás la incongruencia) moral inmediata para rescatar y verdaderamente vivir los principios cristianos y los transmita con verdadera vocación y convicción a la feligresía.
De otra forma la propia feligresía seguirá percibiendo un cristianismo demasiado tolerante a la perversidad y a las tentaciones terrenas por lo que no pocos “cristianos” no dudan en imitarlos siguiendo el ejemplo de sus “pastores”.
Ojalá el Papa Francisco logre enderezar el rumbo de la Iglesia Católica ya que no sólo se beneficiará a sí misma sino que también beneficiaría al mundo entero.
Héctor Astorga,
Ciudadano de Torreón.