El financiamiento de los partidos políticos
El financiamiento de los partidos políticos -no sólo en México, sino en todo el mundo- ha sido un tema polémico. Desde definir la fuente de financiamiento -sea ésta pública, privada o mixta- así como el monto del presupuesto destinado para el gasto ordinario y los límites de campaña.
Pero más que definir fuentes o montos, los detractores de la democracia -sobre todo en los sistemas democráticos, como el nuestro, en donde la fuente principal de financiamiento, proviene del erario público- han centrado sus esfuerzos en vender la idea barata de que los partidos nos cuestan mucho y no sirven para nada. Lo que sin lugar a dudas, tiene un grado de certeza.
Sin embargo, nuestro sistema democrático, aun con todos sus defectos, ha avanzado y tiene cosas positivas -como la posibilidad de votar en “libertad”, de tener procesos electorales periódicos, y algo que se ha pervertido desde hace más una década y que debemos defender: que la organización de las elecciones y la jornada electoral continúe bajo la responsabilidad ciudadana, entre otras cosas.
Reza un dicho popular: “Que sólo lo barato se compra con el dinero”, estimado lector se ha puesto a reflexionar sobre ¿cuánto debe costarnos la democracia? ¿Cuáles son las causas por las que pensamos que nos cuesta “mucho” y a consecuencia de qué se originan o mejor dicho quién o quiénes provocamos que sucedan?
Hablar de que nos cuestan “mucho” los partidos políticos y la democracia, primeramente implica un problema de dimensión. “Mucho”: ¿para quién o comparado con qué?
Si tomamos como ejemplo el presupuesto ordinario destinado para las 13 instituciones políticas existente en Coahuila, estaríamos hablando de un monto de 35 millones 189 mil 393 pesos con 53 centavos. Ahora dimensionemos la cantidad -sin necesidad de una calculadora o una operación sofisticada- nos podemos dar cuenta que este monto es mil veces menor a los 36 mil millones de pesos de deuda que tiene ubicado a los coahuilenses como los más endeudados del país.
Otra comparación, el financiamiento de los partidos políticos, es casi la mitad de los 53 millones de pesos, que el alcalde de Matamoros, Coahuila, desvió de las arcas municipales, por cierto, que también pidió prestados.
Así mismo los gastos de campaña autorizados para los 13 partidos políticos en su conjunto asciende a la cantidad de 24 millones 632 mil 575 pesos con 48 centavos. Casi mil 500 veces menos que la deuda de Coahuila, y menos de la mitad de los beneficios que privó, Raúl Onofre, a los matamorenses.
Espero, mis estimados lectores, que esto les dé una idea de cuánto nos cuesta tener libertad y garantías constitucionales y gobiernos electos por el pueblo.
Me argumentaran, que no hay elecciones limpias, que “todos” roban, que hay muchos partidos políticos “morralla, patito o comparsas” de los más grandes que sirven a su propios intereses y no a los de la comunidad; que fueron hechos a la medida para debilitar a los rivales, que los votos se compran, entre otras acertadas apreciaciones.
Lamento decir que tienen razón, pero los culpables al final somos todos los ciudadanos, en primer lugar: por nuestra apatía a participar en la cosa pública; en seguida por no exigir a nuestros gobernantes e ínclitos legisladores asuman su encargo con responsabilidad y compromiso hacia quienes los eligieron, finalmente por no tener el valor de hacer valer la soberanía del pueblo o no tener de plano dignidad y vendernos por una dádiva.
Los partidos, se crean, se rigen y conducen basados en códigos, leyes y reglamentos que deben cumplir, so pena de ser sancionados si los infringen, y más allá del ente regulador, la gran responsabilidad de exigir su cumplimiento, recae en todos nosotros.
Jesús Gerardo Puentes Balderas,
Torreón, Coahuila.