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Las manifestaciones populares en Brasil

Las masivas manifestaciones de protesta de los brasileños; las de los españoles, no hace mucho; las de los griegos un poco antes; las de los pueblos árabes; las guerras civiles africanas, etc., parecen tener un denominador común: La pobreza.

Según la OMS existen en el mundo 1,000 millones de seres humanos que sufren hambruna y 3,800 millones más viven con el equivalente de un salario mínimo mexicano: 60 pesos. 2,800 millones forman la clase media con sus múltiples estratos, y sólo 250 millones son considerados como ricos. (Cifras en números cerrados. Fuente: Wikipedia).

¿Qué ha ocasionado este fenómeno universal de tan inequitativa distribución de la riqueza? Una causa parece descollar sobre las demás: El desempleo. Es un hecho que los avances tecnológicos han desplazado de los centros de trabajo a miles de millones de trabajadores. España por ejemplo, tiene 21.3 % de desempleados; Grecia, 17.7 %; Portugal, 12.7%; Puerto Rico, 15.7%; Serbia, 19.2% Estados Unidos, 8.9 %; Brasil, 8.3. En México la cifra oficial es 5.3%, pero la real, según los expertos, anda por el orden del 13%.

Las estadísticas no permiten percibir todo lo dramático de la situación, pero consideremos el número de personas que se ven afectadas: Si la Población Económicamente Activa en el mundo es de 3,500 millones de personas, y el promedio mundial de desempleo es de 10%, resulta que ¡350 millones de personas no tienen empleo! Y el 40% de los que lo tienen (¡1,200 millones de personas!) tiene un salario que apenas llega al mínimo indispensable para sobrevivir, ellos y quienes dependen de ellos.

Paradójicamente se aprecia un aumento paralelo de la riqueza de los pocos ricos. Y es explicable: la productividad depende cada vez menos de los hombres, y cada más de las máquinas. Son los dueños de ellas los que se enriquecen cada día más. Ellos y los políticos. ¿Cómo no va a haber descontento popular? ¿Cómo no va a haber indignados? Se explican, entonces, las protestas masivas en casi todo el orbe.

En algunos países los desempleados, quizá la mayoría contra su voluntad, sobreviven con la limosna que les da el Estado, que no ha sabido, o tal vez no ha querido resolver tan agudo problema social. Tal parece que se hace cargo de la pobreza de sus gobernados, sólo para que no mueran de hambre y así poder seguirlos “utilizando” a su conveniencia en tiempos de elecciones.

Sólo creando trabajos bien remunerados para que los trabajadores y sus familias tengan una vida digna, y no dándoles migajas, se podrá evitar un aumento de la pobreza y su natural consecuencia: La indignación popular, que se extiende por el mundo como un tsunami social.

¿Nos sorprenderíamos si un día no muy lejano, también se dieran en México las manifestaciones masivas de protesta que hemos visto en otros lugares?

Rodolfo Campuzano,

Gómez Palacio, Durango.

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