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In memoriam a don Antonio Irazoqui y de Juambelz

Yo quisiera tener la elocuencia de los grandes escritores y oradores, así como la facilidad de los pintores para plasmar en un lienzo las palabras que describan a Don Antonio Irazoqui y de Juambelz.

Lo conocí en las instalaciones de El Siglo de Torreón. La impresión que me causó fue la de un hombre caballeroso, que proyectaba una inigualable bonhomía, optimismo, sabiduría y gran amor a su familia y a sus labores. Ese día convivió con los asistentes y charló con algunos en forma amena y sencilla.

Sin duda los trabajadores de El Siglo de Torreón y su familia perdieron a un gran líder que llevó al periódico a estar en los más leídos de México e incluso a nivel internacional. Además siempre se distinguió por su convicción de defender a los más necesitados y enarbolar causas que trajeran consigo mejora a la Comarca Lagunera haciendo honor al lema de su querido periódico: “Defensor de la comunidad”.

Es indudable que siempre que sus ocupaciones lo permitían, tendía la mano al personal cuando lo necesitaban, les brindaba consejos y enseñanzas que han marcado su vida y que ni el tiempo borrará los momentos que cada uno de ellos lleva dentro de su corazón. Lo recordarán con una sonrisa en el rostro y con esa mirada que transmitía tranquilidad a todos.

En el seno familiar aprendió a dar sin esperar nada a cambio y a soñar sin límites, lo cual se reflejó en la familia siglera y en la innovación comercial y tecnológica que impulsó para la Compañía Editora de La Laguna.

Bajo su guía se fundó El Siglo de Durango, La i Laguna, La i Saltillo y Celsa impresos, la imprenta comercial más grande de la Comarca Lagunera.

Caminó por el sendero del servicio enfrentando dificultades y ante la inseguridad actuó con valentía y una gran fortaleza del deber cumplido.

Todo lo anterior lo hace merecedor a un homenaje post-mortem por parte del municipio de Torreón y nombrarlo “Ciudadano Distinguido”, fue un lagunero por adopción que creó muchas fuentes de empleo en esta región. Ojalá que el cabildo entrante lo considere.

Don Antonio se fue en verano, cuando el sol derrama su luz en los campos, en el bosque, el llano y el desierto, en los lugares donde germina la semilla como señal del inicio de otra vida, cuando las flores se acicalan con las diademas de sus corolas y derraman su perfume en esta región semidesértica. Esa noche el cielo estaba tachonado de estrellas que titilaban y que junto a la luna formaban una cauda plateada por donde iban los ángeles de cabelleras doradas, hermosos ojos y con las alas abiertas, se dirigían ante la presencia de Dios todopoderoso llevando consigo el alma de Don Antonio.

Es mucho lo que se puede escribir del Sr. Irazoqui y de Juambelz. Hoy a casi dos meses de su encuentro con Dios, quise escribir estas palabras para recordar y rendir un homenaje sincero a una persona que diariamente nos hacía pasar momentos agradables con su columna “De lo que El Siglo informó” bajo el seudónimo de Nau-Yaca.

María Guadalupe Rentería Barragán,

Gómez Palacio, Durango.

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