Síndrome del resentido
A principios de esta administración, José Guadalupe González, director de KioSco, me solicitó que le publicara un libro con una selección de textos aparecidos en su pasquín. Le respondí que la Dirección Municipal de Cultura no contaba con un programa para editar material periodístico. La Coordinación de literatura sólo publicaría literatura. No me creyó. Como la administración termina y no accedí a su petición, la semana pasada apareció en su publicación un texto donde se me calumnia al más puro estilo “Pausa y volvemos”, que tan célebre ha hecho a Laura Bozzo. Decidí no responder porque no puedo tomar en serio a un “medio periodístico” que actúa basado en el revanchismo. El lunes siguiente, Vicente Rodríguez me dedicó unas palabras en el mismo tenor en su columna “El síndrome de Esquilo”.
Vicente Rodríguez me ataca por una vieja querella entre ambos. Durante la gestión de Gaby Nava le propinaron a Rodríguez en KioSco el mismo tratamiento que ahora se me receta. Y Rodríguez me culpa por dicha acción. Por la cual no puedo responder ya que el responsable de ese texto no soy yo, sino José Guadalupe González, quien lo firmó bajo pseudónimo.
El texto de Rodríguez me causa un profundo desconcierto, ya que habla mal de su trabajo como periodista al utilizar el espacio que le cede El Siglo de Torreón para resolver una pugna personal. Como aquellos que lo atacaron en el pasado, utiliza su columna como vehículo de venganza. Sin embargo, aprovecharé la ocasión para despejar algunas de las inquietudes que plantea. Aunque no debería, porque los golpes de pecho que se da son infundados, puesto que mientras a creadores como José Alfredo Jiménez o el grupo Impulso Interno se les negó apoyo para viajar a otras ciudades, a su hermano Antonio Rodríguez se le pagó un vuelo para que viniera a la puesta en escena de la obra de teatro Cliserio. Pero responderé con gusto. Respecto al jugoso sueldo que gano basta decir que mi quincena asciende a $4,500 pesos. Incluso, en una ocasión se me descontaron 6,000 pesos de un vuelo que no tomó un creador que vino a solicitarlo. Y jamás se me retribuyó.
En cuanto al ausentismo, nadie dijo que mi trabajo fuera presencial. No estoy obligado a permanecer en mi oficina con puntualidad. Además, los coordinadores tenemos eventos por las tardes. A diferencia de los administrativos, nuestra jornada no termina a las tres p.m. Sobre mi viaje a Europa, me fui sin goce de sueldo. Y no fueron vacaciones, fue un compromiso con la federación: una beca de residencia del FONCA. Esto a Vicente debería darle gusto como escritor, que las letras laguneras sean reconocidas, y no furor, pero al parecer su ego no se lo permite.
En lo referente a la pobreza de resultados: me voy satisfecho del trabajo que realicé. El más importante, el libro Atrapar una sombra de Francisco Amparán. Sin duda la obra más trascendente en cuanto a ambición que ha publicado cualquier instituto, dependencia o secretaría de todo el estado en su historia. Por su carácter de antología exhaustiva, más de 600 páginas, y por su reconocimiento a una figura de nuestras letras. Si miento, que se me mencione otro título que compita con éste. En segundo lugar diré que Eros díler de Nazul Aramayo, editado por nosotros, fue nombrado como uno de los libros del año por el periódico Reforma, un reconocimiento que Rodríguez nunca ha cosechado. Además coeditamos por primera vez en la historia de Torreón con el Fondo Editorial Tierra Adentro. Esto nunca había sucedido, y nosotros lo conseguimos con la novela Melamina de Daniel Herrera. También visitó la ciudad Fernando Vallejo. Una hazaña, ya que nunca en su carrera se ha presentado en una pequeña provincia mexicana, pero nosotros lo convencimos de viajar a Torreón en el momento más crítico. Mientras en La Laguna todo eran balas, trajimos letras.
Podría continuar, pero esto no es un informe para la alcaldía. A las preguntas de por qué no se publicaron más libros y por qué se suspendió la cátedra, sólo existe una respuesta: no hubo recursos para sostener estos proyectos. Quizá lo bueno de estos textos que buscan desprestigiarme sea lo siguiente: que urge etiquetar un recurso destinado a la publicación de libros, tanto coediciones y ediciones locales, como para el mantenimiento de la cátedra y para la permanencia del premio Enriqueta Ochoa. Mientras esto no suceda, la literatura local va a seguir como hasta ahora.
Y para finalizar, no me voy a quedar en el puesto la administración entrante. Yo no me metí a la literatura para perpetuarme como burócrata. Eso es a lo que aspiran mis detractores, ya que en el campo literario no han conseguido destacar, les deseo suerte. Como mencioné más arriba, me voy contento por lo que hice. Si comparamos las ediciones que se hicieron aquí con las que ha hecho la Secretaria de Cultura del Gobierno del Estado veremos el gran abismo entre ambos. Y nosotros hicimos eso con tres pesos. Y ellos que tienen presupuesto han publicado puros libros de historia. Y en materia literaria apenas sacaron unos títulos a propósito del Encuentro de Poesía Manuel Acuña. Ediciones caseras y sin distribución nacional, migajas. Pero también me voy triste, porque el proyecto quedó trunco. Se quedaron esperando turno al bat libros de Saúl Rosales, Rogelio Villarreal y Carlos Reyes. Pero también necesitan una reedición La división del norte de Joel Plata y Celebración del chamán de Miguel Morales. Son libros que me hubiera gustado hacer. Pero la crisis estatal con su impacto a nivel municipal impidió que se concretaran.
Carlos Velázquez