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No comerás del fruto de ese árbol; tendríamos un paraíso

Si todos los creyentes Cristianos entendiéramos y pusiéramos en práctica los mensajes de la Sagrada Biblia, el mundo sería un paraíso. Qué lejos estamos de respetar las Leyes divinas, creo que la mayoría lo hacemos inconscientemente por el simple hecho de no conocerlas o no saberlas interpretar o ambas cosa, tal vez. El primer error que cometemos la mayoría de los seres humanos, es no saber valorar los grandes dones con los que nacemos; el solo hecho de nacer y llegar a este mundo con vida, ya en sí es una bendición. Nacer vivos en las condiciones que sean, es una maravillosa creación. Nacer vivos y saludables suman bendiciones a nuestra existencia y así en las posibilidades de cada quién, todos somos seres iluminados por Dios, quién al través del tiempo nos va cubriendo de bendiciones a todos por igual y con el mismo Amor Divino.

En nuestra vida mundana existen a la par; Adanes, Evas, serpíentes y árboles de frutos prohibidos, pero el chiste está en saber que es cada cosa y cada quién y en que eventos de nuestra vida estos elementos se repiten y se mezclan y con qué factores. Muchos, “sabemos” que así nació el pecado original al que se le atribuye, qué ”La mujer parirá con dolor”; otros a que desde entonces “Estamos condenados a ganar nuestro pan de cada día, con el sudor de nuestra frente” y que el sacramento del bautismo nos libera de este pecado. Verdad o mentira, no lo sé; lo que sí es cierto es la manera en que cada quién vamos tragando frutos prohibidos, de la misma manera que vamos marcando nuestro destino.

Adán y Eva fueron expulsados del Paraíso, consecuencia lógica de su desobediencia. Desde entonces, también nosotros nos hemos negado a reconocer nuestras culpas; de que si Adán comió el fruto prohibido, de que así fue por culpa de Eva porque ella se lo dio en su boca, de que la culpa la tiene la serpiente y así, nosotros queremos endosar nuestras culpas en los actos de nuestros semejantes.

El primer mensaje que debemos entender, es que en la vida siempre está y estará presente el bien, el mal y situaciones tentadoras sujetas a nuestra interpretación. También debemos reconocer que Dios a través de nuestros mayores o a través de alguien con más experiencia, nos avisa o nos advierte de los peligros de la vida y sus consecuencias y aún así, la soberbia nos gana y comemos de los frutos prohibidos.

Adán y Eva cumplieron con el castigo y se alejaron del paraíso, viviendo en tierras áridas e inhóspitas, en lugares contrastantes a su origen y nosotros estamos haciendo del paraíso, un lugar horrible e indeseable.

Juan Antonio Aguilera Tello

Ciudadano de Torreón

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