Costosos y nocivos centros de falsas ilusiones
De poco ayuda que los casinos de Torreón permanezcan propia y prudentemente cerrados si el de Gómez Palacio continúa abierto. Claro ejemplo del eterno problema de la ríspida e incómoda convivencia entre dos ciudades contiguas pertenecientes a dos estados diferentes, cuyas autoridades nomás no quieren o no pueden (o las dos) ponerse de acuerdo.
La falta de homologación en las regulaciones municipales de nuestra zona conurbada ha sido la constante a través del tiempo y mientras esto persista, estaremos distantes de tener éxito en este tema y en otros fundamentales, como lo es el de la seguridad pública.
Cuando Rubén Moreira anduvo en campaña prometió eliminar las tenencias, al cuestionársele posteriormente al respecto, salió con la trastada de “sí lo prometí pero no dije cuándo”. Al muy estilo de Rosita Alvírez eludió su compromiso con los ingenuos coahuilenses que le creímos. A raíz de esto, la gente de aquí empezó a plaquear sus vehículos del otro lado del río por obvias razones, al darse cuenta de esto las autoridades de Coahuila presionaron a las de Durango para evitar que continuara dicha acción que afectaba negativamente a sus intereses.
Prueba lo anterior que cuando les pega en el bolsillo estarán prestos a presionar de inmediato y contundentemente y si no es así, pues para qué molestarse y hacer pasar un mal momento al otro virrey que seguramente estará muy ocupado atendiendo asuntos más relevantes.
Volviendo a los casinos, la pregunta obligada es ¿Cuál es la razón por la que las autoridades municipales de la vecina ciudad sí permiten estos lugares y las de aquí no? Independientemente de cualquier posible respuesta, el hecho es que esta situación está dañando a familias torreonenses ya que el lugar, según dicen, es frecuentado por un sinnúmero de mujeres (en su mayoría) de esta ciudad que hacen el viaje única y exclusivamente para darle vuelo a sus fantasiosas esperanzas.
Sabemos que son mayores de edad, seguro que van por voluntad propia, pero también hay que considerar que en muchos de lo casos se trata de personas que padecen ludopatías descontroladas y desenfrenadas que están ocasionando quebrantos económicos, que a su vez ocasionan rompimientos familiares.
“Si aquí me cobran, me voy para allá”, “si allá no me venden, compro acá”, “si aquí está cerrado, allá no”, etcétera, la única manera de lograr regulaciones efectivas es mediante la conformación del Estado de La Laguna.
Simplemente se trata de una razón más a considerar por la gente que aquí vive, muestra interés y se aplica para que las cosas mejoren para bien de todos.
Ciertamente que no se tienen todas las respuestas, ni tampoco desaparecerán por arte de magia nuestros múltiples y variados problemas, pero sin duda, es que sí tendremos la libertad de poder hacernos cargo de éstos… ahora ni siquiera llegamos a eso.
Jaime Díaz de León,
Torreón, Coahuila.