Pogba, figura de la selección francesa Sub-20 y de la Juventus italiana, sostiene el trofeo de campeón del mundo. (AP)
Con dos penales mágicamente atajados, Francia tuvo pase directo a la gloria ante un Uruguay que cayó como un valiente en un infierno turco.
Francia se consagró ayer campeón Mundial Sub-20 por primera vez en su historia al vencer 4-1 por esa vía a Uruguay, después de los 120 minutos del partido y tiempo extra concluyeron sin goles en el estadio más grande y moderno de Turquía, conocido como "El infierno turco", por la atmósfera rugiente que le imprimen los hinchas cuando juega el local Galatasaray.
Ese infierno resultó fatal para Uruguay, que en la definición por penales se encontró con el arquero galo Alphonse Areola, quien detuvo los dos primeros disparos de Emiliano Velázquez y Giorgian de Arrascaeta. Francia no perdonó ninguno y entre sus ejecutores estuvo su capitán y figura Paul Pogba.
"Esto fue algo soñado por todos los jugadores y por mí", destacó el timonel de Francia Pierre Mankowski. "Nos encontramos ante un rival de primera línea, una potencia de Sudamérica, que por algo eliminó a España", agregó el técnico, en alusión a cuando los charrúas vencieron 1-0 a la Rojita en cuartos de final.
Es la primera vez que Francia inscribe su nombre en la lista de monarcas de este torneo, que tiene como principales campeones a Argentina con seis títulos y a Brasil con cinco. Ambos colosos estuvieron ausentes al ser eliminados de la competencia sudamericana.
Uruguay nunca se consagró campeón y volvió quedarse con las ganas, tal como le ocurrió en 1997 en una final con Argentina en Malasia.
"La entrega de los jugadores es encomiable. Contra físicos superdesarrollados y un equipo de primer nivel se hizo un partidazo", destacó el técnico uruguayo José Verzeri. "Fue un partido con mucha emoción y emotividad por ambos lados".
Sobre la definición por penales indicó que "cada disparo en los penales es una cosa diferente en cada partido; hoy les tocó ganar a ellos y hay que felicitarlos".
Menos de un cuarto de hora bastó para desnudar las intenciones de Francia, aunque después Uruguay la llamó a sosiego y fue superior gracias a su técnica y a ese termómetro anímico que se llama coraje.
"Soy celeste, soy celeste; celeste yo soy", cantaban casi un millar de uruguayos, decenas de ellos agitando globos de ese color en una tribuna baja del estadio Ali Sami Yen Arena, cubierta por menos de la mitad de los 52 mil espectadores que puede albergar.
Centenares de franceses desparramados por las gradas también alentaron a los suyos, pero sin la intensidad con que lo hicieron los uruguayos.
Fue un partido de dominio alternado, donde Uruguay dependió mucho en sus ataques de López.