En apenas una semana el Papa Francisco le dio un giro sorprendente a la imagen de El Vaticano y en general de la Iglesia Católica.
La sorpresiva renuncia de Benedicto XVI el lunes 11 de febrero dio rienda suelta a las más disímbolas especulaciones sobre una supuesta crisis y lucha de poder al interior de la Curia Romana.
Pero la elección del cardenal argentino Jorge Mario Bergoglio, quien poco tenía que ver con la jerarquía eclesiástica de la Santa Sede, demostró que en el cónclave del Colegio Cardenalicio no hubo "mano negra" como rumiaban algunos presuntos politólogos y comunicadores.
El nuevo pontífice ha causado asombro a nivel mundial no sólo por tratarse del primer papa latinoamericano y el primer jesuita, sino además por su personalidad afable, su desprendimiento por las cosas materiales y por su estilo llano y directo al predicar la palabra de Cristo.
Conocido como "el padre Jorge" en su natal Buenos Aires, el papa Francisco optó por despojarse de los lujos y comodidades propios de su nueva investidura para acercarse a los fieles como un sacerdote más que sirve a Dios con entrega y humildad.
El Sumo Pontífice bendijo a los periodistas respetando que no todos son católicos, pidió en su misa inaugural por los más pobres y los más débiles, a los gobernantes presentes les solicitó --por favor-- "ser custodios de la creación del designio de Dios inscrito en la naturaleza" además de implorar una y otra vez que "recen por mí" y por su pontificado.
El nuevo Papa utilizó un auto descubierto en lugar del tradicional papamóvil, desechó el Mercedes Benz que usaron sus antecesores, ordenó un anillo de plata en lugar de uno de oro y puso en aprietos al experimentado cuerpo de seguridad de El Vaticano al romper en varias ocasiones el cerco de protección para saludar de mano a los fieles que acuden a Roma.
La elección de Bergoglio como sucesor de San Pedro no es circunstancial. Mientras Juan Pablo II puso orden al interior de la Iglesia al tiempo que predicó por el mundo la voz de Cristo, el papa Benedicto XVI con su sapiencia teológica dio certidumbre al futuro de la Iglesia Católica.
Hoy llega un obispo y cardenal del continente americano en donde viven 515 millones de católicos, aproximadamente el 42 por ciento de los que existen en el mundo. Europa le sigue a América con 236 millones y el tercer lugar lo ocupa África con 136 millones de feligreses.
Además tres de los cinco países con mayor número de católicos son americanos. Brasil es el número uno a nivel mundial con 126 millones de fieles, México ocupa el segundo puesto con 96 millones y en cuarto lugar aparece Estados Unidos con 75 millones de católicos. El tercer lugar lo ocupa Filipinas e Italia es el quinto con 75 y 49 millones, respectivamente.
Tampoco es casual que el nuevo pontífice se inspire en el ejemplo de humildad por los pobres y los necesitados de San Francisco de Asís cuando buena parte de la humanidad sobrevive entre la pobreza, la persecución, la violencia, el hambre y las enfermedades.
La Iglesia Católica ha recibido a lo largo de los tiempos críticas constantes por la riqueza que ostentan algunos de sus miembros y por su incapacidad para promover mejores niveles de vida entre los feligreses más pobres.
Obviamente el papa Francisco no acabará con la pobreza a nivel mundial, pero tan sólo el hecho de solidarizarse y ponerse del lado de los más necesitados, hará la gran diferencia.
En estos ochos días han surgido ataques de quienes no simpatizan con la Iglesia Católica y desean verla dividida. Tal es el caso de las acusaciones revividas por el periodista Horacio Verbitsky, cercano al gobierno de Cristina de Kirchner, por supuestos nexos de Bergoglio con la dictadura argentina en los años setenta.
Mary Anastasia O'Grady escribió en The Wall Street Journal que "observadores intelectualmente honestos cuentan una versión muy distinta de la de Verbitsky". Uno de estos observadores es el premio Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel, quien declaró a BBC Mundo que "hubo obispos que fueron cómplices de la dictadura, pero Bergoglio no".
Otros medios norteamericanos divulgaron una versión -bastante débil por cierto-en el sentido de que Bergoglio protegió a sacerdotes pederastas cuando era Arzobispo de Buenos Aires.
Para el Papa Francisco no será fácil llevar sobre sus hombros el peso de la Iglesia Católica. No obstante durante sus primeros días ha demostrado vitalidad, sencillez, espiritualidad, entrega e incluso buen humor para enfrentar esta colosal responsabilidad.
Envía tus comentarios a jhealy1957@gmail.com