En España la ley prohíbe las manifestaciones cerca del Congreso cuando éste se encuentra en sesión para evitar presiones indebidas a los legisladores. Es antidemocrático que los legisladores sean amenazados o presionados en el ejercicio de sus funciones. Para eso sirve realmente el fuero. La legislación española refleja una preocupación histórica y busca que no se repitan las presiones que los grupos fascistas ejercían sobre los parlamentos en la década de 1930.
En México, en cambio, las presiones contra los legisladores son constantes. Lo que vimos ayer, sin embargo, rompe con todo precedente. Un grupo de presión, de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, cercó durante horas el Palacio Legislativo, como días antes lo hiciera con el Senado, no sólo para impedir el inicio del período extraordinario de sesiones sino para exigir el retiro de tres iniciativas de ley.
Si el chantaje contra un parlamento es inaceptable, más lo es que los líderes del Congreso hayan aceptado negociar con los chantajistas. Ayer les ofrecieron retirar una de las iniciativas, la Ley General del Servicio Profesional Docente. Pero los miembros de la CNTE se negaban a levantar el cerco a menos de que los legisladores retiraran las tres iniciativas de leyes reglamentarias al artículo tercero constitucional.
Un caso más abierto de presión a un congreso para legislar de conformidad con los deseos o intereses de un grupo no se ha visto en el pasado. Uno puede estar de acuerdo o no con las iniciativas. Pero aceptar que por la fuerza se puede obligar al Congreso a legislar a conveniencia de un grupo, por muy numeroso o poderoso que sea, sería aceptar el fin de la democracia.
Lo peor de todo es que los grupos que se llaman a sí mismos progresistas afirman que la CNTE está actuando de forma correcta. No entienden que las reglas deben aplicarse a todos. Imagínese usted si los grupos de presión que chantajean al Congreso fueran de derecha y buscaran, por ejemplo, mantener los privilegios de las grandes empresas.
El que una sociedad registre diferencias entre grupos e individuos es natural. La razón por la cual tenemos un sistema democrático es precisamente para evitar que estas diferencias se diriman a golpes o a balazos. Que el sistema no es perfecto, quizá. Tampoco lo es ningún otro en el mundo. Pero una cosa es tratar de mejorarlo y otra muy distinta buscar reemplazarlo con un régimen en que los más poderosos o los más violentos puedan imponer su voluntad.
La CNTE está tratando de conservar privilegios que a mí me parecen inaceptables. Coincido en lo fundamental con la filosofía de la reforma educativa que busca establecer procedimientos de medición de calidad de los maestros y de la enseñanza y que busque que sólo los mejores sean contratados para posiciones magisteriales y sólo los mejores permanezcan al frente de las aulas. No sé si la prueba ENLACE es la mejor posible, pero sí respaldo el principio de contratar a los mejores y medir su desempeño.
Pero independientemente de mi posición, la cual es compartida por millones de mexicanos, sobre todo padres de familia que no pueden pagar escuelas privadas y quieren que la educación que se imparte a sus hijos sea la mejor posible, el problema de fondo es que la ley educativa que finalmente surja, sea no la que bien o mal generen los legisladores sino la que imponga un grupo por la fuerza. Si permitimos como sociedad que esto ocurra, estaremos abriendo las puertas al fascismo.
¿NO LEYERON?
Dice Jesús Zambrano que los diputados del PRD tomaron "una decisión que no era la adecuada" al apoyar en comisiones la iniciativa de ley de transparencia. ¿Se les habrá olvidado leerla, como ocurrió en 2006, cuando Pablo Gómez dijo que los diputados de su partido no habían leído la ley de telecomunicaciones que aprobaron?
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