Gestos que dejan huella
Cuando sonríes o ríes, te asombras, enojas, preocupas, sientes desdén y más, tu rostro toma nota de lo que sientes. Y no es un apunte temporal sino que lo va archivando, tanto así que en dado momento los gestos producidos por tus emociones se transforman en marcas que te acompañarán permanentemente: las líneas de expresión.
Cada gesticulación que hacemos forma parte de nuestra personalidad; si preguntas a quienes te conocen qué gesto te distingue más, seguro te dirán alguno: tu sonrisa, la manera en que levantas una ceja, cómo frunces el ceño... Por otro lado, conforme los años pasan y tu piel va perdiendo elasticidad, esas muecas van quedándose grabadas en tu piel.
Envejecer nunca está de moda y conservar la jovialidad siempre tiene un valor a la alza. Sin embargo inevitablemente los gestos, tan necesarios para matizar lo que deseas comunicar cuando hablas, contribuyen a que tu cutis vaya ‘acumulando kilometraje’. Por ello, hay que tomar cartas en el asunto y utilizar las herramientas al alcance para retardar lo más posible este proceso natural.
DE LÍNEAS A LÍNEAS
Parte del trabajo para lucir mejor, es distinguir entre las arrugas propias de la edad y aquellas provocadas por tus expresiones.
De envejecimiento
Lo que revelan no son pensamientos ni sentimientos, sino el destructor paso del tiempo. Existe una predisposición genética a la aparición temprana de pliegues en el cutis y a su distribución. Los factores determinantes para la formación de marcas de envejecimiento son el contenido de agua de la piel, el movimiento muscular, las alteraciones del tejido conjuntivo y la formación de colágeno y elastina.
Musculares o articulares
Permiten la movilidad de los músculos en el rostro; por ello reciben el nombre de arrugas o líneas de expresión, o también ‘de carácter’, pues reflejan los sentimientos: ternura, asombro, alegría, angustia o enfado. Y mientras más gesticulemos, más se graban.
Dicho de otro modo: estas arrugas dicen mucho de nuestra personalidad pues son el resultado de la utilización inconsciente de la actividad muscular de la cara. Y es que los seres humanos respondemos de forma distinta ante las circunstancias, según el temperamento que tenemos; pero cada reacción se proyecta en el rostro. Así, a lo largo de la vida todo individuo repite una serie de movimientos faciales y poco a poco va acumulando huellas de expresión. Al principio son líneas poco profundas, largas, y para que desaparezcan basta quitar el gesto; con el tiempo y la repetición se van haciendo hondas y permanentes.
REACCIONES QUE SE QUEDAN
Se habla de que el rostro es donde llevamos escrita nuestra biografía: cada año deja un pliegue nuevo, cada ilusión un surco y cada enojo una arruga. Toda persona va acumulando sus propias marcas, pero las zonas en donde suelen situarse son universales: la frente, alrededor de los ojos, la nariz, el surco nasogeniano, la comisura de los labios. La presencia de líneas en cada una de esas partes tiene un significado particular.
-En la frente. Las arrugas verticales o de entrecejo son causadas por la contracción del músculo superciliar, la cual pone de manifiesto un temperamento activo que reacciona frente a las dificultades. Es un gesto que igualmente se hace si al salir al exterior el sol lastima los ojos; o cuando hay enfado. Por otro lado cabe mencionar que los miopes, por reacción natural, se ven forzados a realizar esta misma contracción para lograr un buen enfoque de la vista. A su vez, las rayas horizontales las provoca la contracción del músculo frontal y manifiestan emotividad y capacidad de azoro: se van imprimiendo cada vez que te sorprendes y levantas las cejas.
-Alrededor de los ojos. Aquí la piel es sumamente frágil, el sólo hecho de exponerse al sol sin utilizar lentes oscuros puede acelerar la presencia de pliegues. Los más famosos son las ‘patas de gallo’, producidas por el movimiento en este sector cuando se entrecierran los ojos al reír; la risa igualmente puede formar surcos bajo los ojos. Y si se guiñan constantemente habrá marcas seguras, por eso el movimiento continuo de los ojos se asocia con un temperamento jovial. Algo curioso: quienes ríen mucho muestran arrugas en esta zona, pero también aquellos que continuamente manifiestan sufrimiento.
-En la nariz. La línea en el nacimiento de la nariz, de ceja a ceja, es una contracción que suele darse en gente con carácter obstinado. Se debe al movimiento del músculo elevador superficial: su encogimiento usualmente implica disgusto u oposición a algo. Asimismo se estampa en quien se limpia constantemente la nariz o se la rasca moviéndola hacia arriba, y en aquellos que se muerden mucho los labios (gesto asociado a la coquetería).
-Surco nasogeniano. Es la arruga que parte desde lateral de la nariz hacia la comisura de los labios. Se forma por varias razones y son tres los músculos implicados: a) el triangular y elevador profundo, cuando se hace un mohín de desprecio; b) el cigomático menor, cuando hay disgusto o sufrimiento; c) el cigomático mayor, cuando se sonríe con frecuencia (de hecho las arrugas en esta parte, junto a las patas de gallo, son la inconfundible huella de abundantes carcajadas).
-Comisura de los labios. Las dos líneas que se forman desde la comisura de los labios hacia abajo, llamadas ‘de muñeco de guiñol’ son provocadas por la actividad del músculo cutáneo y se vinculan a las gesticulaciones propias de dificultades o nerviosismo, así como a la risa persistente. Por su parte las múltiples arrugas radiales sobre los labios, conocidas como ‘código de barras’ son consecuencia de la típica mueca de enfado hecha con la boca, o por la contracción realizada para sujetar el cigarrillo.
Frente al espejo
Las marcas de expresión tienen un lazo indisoluble con los gestos y las emociones, tanto que varias investigaciones aseveran que basta observar a alguien para saber cómo es su personalidad. Pruébalo con un espejo:
¿INEVITABLES?
Mientras más hagas un gesto, más pronto quedarán como permanentes una o varias líneas de expresión. La única manera de evitarlo sería no hacer mueca alguna, lo cual es imposible. Por ello, puedes tomar otras medidas para mejorar la calidad de tu piel:
-Haz ejercicio.
-Consume frutas, verduras y antioxidantes.
-Ponte anteojos oscuros.
-Realiza diariamente un ritual de limpieza facial.
-Usa cada día crema nutritiva, humectante, así como protector solar
-Dos veces por semana, utiliza una mascarilla natural.
Finalmente, un consejo quizá obvio pero no tan fácil de seguir: vigila los gestos que haces. Si identificas tu carácter y en consecuencia sabes qué partes de tu cara mueves más, podrás estar atento a tus expresiones y moderar cómo reaccionas, sobre todo tratándose de las emociones negativas. Después de todo, a largo plazo hablará mejor de ti lucir marcas por reír que por enojarte ¿no crees?
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DOS MASCARILLAS
Recuerda: elige una y úsala dos veces por semana.
De tomate
A un tomate quítale la semilla, muélelo y aplícalo en tus líneas de expresión durante 15 minutos. Enjuaga con agua tibia.
De huevo
Bate una clara de huevo con unas gotas de limón. Colócala en tu rostro por 30 minutos y retírala con agua tibia. Esta sencilla mezcla ayuda a reblandecer tu piel mejorando su textura e hidratación (recuerda que el cutis deshidratado se arruga más fácilmente).