Getty Center. Palacio de la memoria
El Getty Center se ha especializado en preservar y compartir con el público una de las más importantes colecciones de arte clásico europeo, así como notables creaciones de la fotografía. Cuando se sabe de él, se vuelve obligatorio conocerlo.
Históricamente, gravitamos alrededor de las mismas inquietudes. Nietzsche sugirió que en Shakespeare se haya la suma de todo el quehacer filosófico; la famosa frase del bardo inglés: “No hay nada nuevo bajo el sol” parece acreditar que las cavilaciones humanas son en esencia idénticas, sólo adquieren otras dimensiones y perspectivas.
California ha sido una meca para la diversidad y vanguardia del arte norteamericano. La bahía fue el bastión de Fluxus en el continente; las migraciones hicieron florecer ahí manifestaciones variopintas que van del arte chicano a las derivaciones angelinas del grafiti. Es una de las ciudades con más museos especializados y diferenciados. Su espectro cultural refulge en la exposición de su diversidad. En un panorama así, el Getty Center podría lucir como una instancia tradicionalista, conservadora y, por la naturaleza de su colección, ajena al desenvolvimiento creativo local. No obstante, se ha convertido justo en lo contrario.
Este centro ha fomentado el diálogo y la formación pedagógica en torno al arte de todos los tiempos, constituyéndose en una instancia de reflexión y creación. Aun así, lo que realmente le da dinamismo y actualidad al Getty Center es su propio acervo, especializado en arte clásico grecorromano y pintura europea anterior al siglo XX.
Para artistas y aficionados, cada una de sus piezas proyecta que no importa cómo cambien las plataformas ejecutivas, los materiales, las instancias o las ideas. En el fondo, los tesoros del Getty Center hablan de emociones y pasiones que no se agotan.
FLORENCIA ANGELINA
Jean Paul Getty, magnate de los hidrocarburos, construyó en su casa en Pacific Palisades (en la zona de Malibú, California) un ala dedicada a darle un mejor espacio a su colección de arte, constituida mayormente por pinturas europeas de diversas épocas. Esta primera iniciativa se dio en 1954 y con ella surgió formalmente el J. Paul Getty Museum. Con los años ese acervo creció y el propio Getty decidió ampliar el lugar para resguardarlo. De tal suerte, sobre el mismo terreno fue erigido un complejo concebido a la manera de una villa italiana, bajo la idea de que los bienes y el sitio tuvieran también una identificación mayor. Tal inmueble se inauguró en 1974 y se convirtió en el primer gran museo norteamericano dedicado al arte clásico europeo, siendo bautizado como Getty Village.
En 1976, tras la muerte del empresario, se dieron diversas circunstancias que permitieron la creación del Getty Center. La primera fue que nuevamente se desbordó la colección y la Getty Village perdió capacidad para su resguardo. Como albacea de los bienes culturales y recursos del difunto, la Getty Trust (un fideicomiso instituido para gestionar dicho patrimonio) planeó la edificación de un nuevo inmueble que estuviera más cercano a Los Ángeles; un espacio que además planteara un mejor programa de conservación y acervo para evitar nuevos desbordes. Otra de las ideas fue que el inmueble en cuestión conservara el espíritu de la villa: que cada rincón tuviera una comunicación directa y plena con las obras que exhibe.
El proyecto fue concebido por el arquitecto Richard Meier (con áreas agregadas que fueron comisionadas a diversos artistas) y la cimentación inició el mismo año en que éste ganó el prestigiado Pritzker Award, 1984. El espíritu del recinto implicaba recrear, sin traicionar el discurso arquitectónico contemporáneo, alientos clásicos y esa noción de ingravidez propia de los grandes periodos de las artes europeas. Asimismo, se buscó una estructura inmobiliaria que se ajustara de manera orgánica al espacio natural que albergaría al centro: una zona de precipitaciones montañosas en Santa Mónica, desde donde puede verse entera la ciudad de Los Ángeles y el horizonte del Pacífico. Fueron tales las exigencias que la construcción pudo ser concluida plenamente hasta 1997.
En dicha voluntad arquitectónica reside, de nuevo, un espíritu eminentemente europeo: la comunión con una naturaleza cordial.
El jardín central del Getty Center conecta a los edificios y sirve como espacio de encuentro y convivencia: un ágora. Concebido por el artista Robert Irwin, es “una escultura en forma de jardín” que abarca un terreno de más de 12 mil kilómetros cuadrados. Tiene como centro una fosa llena y rodeada de azaleas. El flujo de la fuente posee las mismas direcciones que el jardín: recorre pasillos de tránsito, nace en una cueva artificial y tiene su mayor abrevadero en la zona de restaurante.
Siguiendo la misma dinámica que rige el crecimiento de los acervos pictóricos, tanto en este jardín como en el de la Getty Village constantemente se agregan nuevas especies de flora; cuentan con más de 500 en conjunto.
Bajo tal influjo, el Getty Center se planteó como una obra total de arte, donde el inmueble en sí, el material que resguarda y la Naturaleza son piezas igualmente sublimes y proclives a generar emociones estéticas.
A estas ambiciones se sumó un replanteamiento: convertir al Getty no sólo en punto museístico sino en un centro integral de investigación, documentación, formación y convivencia. Tan es así, que muchos se refieren a este lugar como un campus. El Getty Center fue concebido como un territorio de florecimiento de las artes y la reflexión en torno a ellas. Un espacio que preserva el espíritu del Renacimiento florentino.
EJES DE ACCIÓN
El Getty Center ostenta como departamentos centrales las oficinas del fideicomiso Getty Trust, el Centro de Investigación y Documentación (GRI, siglas de Getty Research Institute), el pabellón de exhibición y las diferentes áreas de resguardo. Tales zonas definen las actividades que realiza el centro como instancia cultural.
El fideicomiso trabaja en tres rubros principales: desde luego, se ocupa de las finanzas totales de la villa y del centro; se dedica además a gestionar nuevas adquisiciones y a proteger las que prestan; finalmente, tiene un programa de becas para proyectos de investigación en Arte visual e Historia del arte.
El GRI se encarga de operar ámbitos de educación, difusión y transmisión del conocimiento. Corresponde a este departamento la dirección editorial y la constitución del patrimonio bibliotecario. Gestiona programas educativos, cursos, intercambios académicos y congresos. También clasifica y resguarda los acervos del Getty Center.
Uno de los ámbitos de mayor importancia que ha desarrollado el GRI es la reunión de uno de los más sobresalientes repertorios documentales relacionados con las artes visuales. Particularmente, ha rescatado revistas o fanzines de corto tiraje y manufactura artesanal. Muestra de ello está en su reciente exposición Farewell to Surrealism: The Dyn Circle in Mexico, que compila la historia y los números de la revista Dyn, creada por un célebre grupo de artistas extranjeros reunidos en nuestro país.
Entre los proyectos destacables en los que ha trabajado el GRI en los últimos años se encuentra la digitalización total de sus acervos. Gracias a un convenio con Google, gran parte de las obras del Getty Center ya se encuentra a disposición de los cibernautas en el sitio Google Art Project.
TESOROS DEL GETTY
Tres son las colecciones mayores del J. Paul Getty Museum: la primera está conformada por más de 40 mil piezas escultóricas de Grecia y Roma, todas resguardadas en la Getty Village. La más reciente es una serie de fotografías, donde predominan los artistas norteamericanos, situadas en el Getty Center para exposición, resguardo y como material de investigación.
La tercera es el acervo original establecido por Paul Getty, integrado por piezas de arte europeo clásico, casi todas anteriores al siglo XX. Entre ellas figuran Abduction of Europa (1632) de Rembrandt, Arii Matamoe (1892) de Paul Gauguin, The return from war: Mars disarmed by Venus (1610-1612) de Rubens y Brueghel, un retrato de Alejandro Magno (c. 1740) realizado por Giambatista Tiepolo; Christ on the Cross (1600-1610) de El Greco, Suerte de varas (1825) de Goya, Venus and Adonis (1555-1560) de Tiziano Vecellio, A centennial of Independence (1892) de Henri Rousseau y Three lovers (1817-1820) de Gericault, entre otras tantas que conforman el grueso del gran canon de la pintura clásica europea. Muy probablemente la colección del Getty sea la más importante del mundo en esta categoría, pues abarca casi todos los registros y tradiciones previas y anteriores al Renacimiento.
Desde luego, la labor de la institución no se limita a lo museístico. Muchas de las piezas tienen atribuciones erróneas; de algunas se conoce poca información y de otras más sólo hay rumores respecto a sus posibles autores (como se sabe, en ocasiones hay célebres obras acreditadas a grandes maestros pero hechas por discípulos en talleres públicos). Al desgranar estos detalles, los investigadores del GRI entran en la dinámica del pasado. Se abre al conocimiento presente no sólo la posibilidad de una obra, sino la temperatura de una época, el talento y motivaciones de un maestro. Mirar al arte clásico del pasado obliga al establecimiento de arqueologías personales donde se revelan, justamente, las mismas inquietudes que hoy se abordan desde plataformas de avanzada.
Por todo esto, el Getty Center es más que un viaje al pasado. Es un recorrido en el que seguimos actualizando los caminos potenciales, a futuro, de las artes visuales.
Correo-e: ziggynsane@gmail.com