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Goles a todo galope

DEPORTES

Suiza.

Suiza.

Carlos Pacheco Blanco

Destreza, caballos y glamour son factores que se combinan en un mismo deporte: el polo, práctica milenaria que atrae a muchos en todo el mundo a pesar de mantenerse como una actividad exclusiva para las élites.

A todo galope sobre un fino corcel, el jinete golpea la pequeña pelota con un mazo parecido a un palo de golf. Probablemente la escena la parezca familiar, ya sea porque la relaciona con la publicidad de la popular marca Ralph Lauren, o tal vez ha visto parte de un juego de polo en cine, televisión o Internet.

Una técnica depurada por parte de los jinetes, el dominio no sólo propio sino también del caballo, la velocidad, la adrenalina: el polo conjuga elementos que lo convierten en uno de los deportes más espectaculares y emocionantes del mundo. A la par, se ha mantenido al margen de los públicos masivos, al clasificarse como una práctica exclusiva de las esferas más acaudaladas de la sociedad.

DE PERSIA PARA EL MUNDO

Aunque los historiadores no se ponen de acuerdo para denominar el origen de este deporte, la mayoría coincide en apuntar que surgió de Asia. El cuándo es otro enigma pero todo apunta a que surgió más de 500 años antes de Cristo. Aun así, otra versión citada a menudo refiere que se gestó en el Tíbet mucho más tiempo atrás y habría obtenido su denominación a partir del vocablo tibetano pulu, que significa pelota.

Lo que sí se sabe es que los persas fueron los primeros en darle cierta relevancia, así como también impusieron las reglas iniciales. Cobró bastante notoriedad cuando sus reyes empezaron a exigirlo como forma de entrenamiento para los ejércitos de caballería, recompensando a los soldados más diestros en el terreno de juego. Después, durante la Edad Media el polo se expandió por Asia y Europa Oriental; fue en la India donde finalmente su práctica se consolidó.

A principios del siglo XIX, cuando dicho país se convirtió en colonia del Imperio británico, los soldados ingleses quedaron fascinados por este deporte jugado entre dos equipos. Por cierto, tanto en la India como en Mongolia y algunas partes de China se acostumbraba que la montura fueran ponis o mulas; es por ello que a las cabalgaduras se les sigue llamando ‘polo poni’, si bien sólo es parte de la jerga del deporte, ya que se trata de caballos de altura completa.

En 1869 el polo ya se había propagado por casi todas las colonias y los mismos ingleses lo llevaron a otros países de Europa y América, entre ellos México y Argentina.

SOBRE LA MONTURA

El polo se desenvuelve sobre un terreno de 275 metros de largo por 146 de ancho; la extensión dobla una cancha de fútbol. Por lo general se emplean terrenos de césped natural; franjas blancas delimitan el área a la cual se le suman 10 metros a los costados y 30 detrás de la portería, conocida como zona de seguridad.

Se disputa entre dos equipos de cuatro jinetes cada uno: dos delanteros, un medio o líder y un defensor. Cada uno dotado de un casco especial y un taco o mazo, elaborado con una vara de bambú y una cabeza o punta de madera, con él golpean la pequeña pelota de plástico de 8.3 centímetros. El objetivo es introducirla en la portería o marco del rival, la cual mide 7.3 metros de ancho y tres de alto, carece de travesaños y por lo general está hecha de mimbre o materiales suaves a fin de evitar daños en caso de colisión. Profesionalmente se juega en ocho periodos o chukkers de siete minutos cada uno. Desde luego, el ganador es quien anota más goles.

A pesar de que las normas buscan salvaguardar la integridad física de jinetes y monturas, el polo es catalogado como un deporte alto riesgo ya que cualquier descuido puede ser fatal, no son pocos los que han sufrido heridas graves o perdido la vida, lo cual no impide que continuamente incursionen en él personas de ambos sexos (los equipos pueden ser mixtos) y distintas edades. El único requisito base es ser un avezado jinete.

ENTRE LAS ÉLITES

El polo se ve como una práctica para las clases económicamente fuertes debido a la gran inversión que demanda y que no cualquiera puede o está dispuesto a efectuar. No sólo se trata de la adquisición de un purasangre, que en todo caso sería lo más barato (y según algunos expertos, lo más sencillo). Los costos se multiplican porque debe pagarse la manutención del mismo: cuidados, alimento, alojamiento y entrenamiento. Todo eso llega a alcanzar sumas estratosféricas sobre todo a nivel profesional, donde un jinete compite con un alazán por periodo, requiriéndose 16 en total por equipo. Además en caso de un torneo internacional deben contemplarse los altos gastos del transporte de los equinos.

Asimismo deben considerarse el precio de mantener los terrenos de juego en óptimas condiciones y claro, el equipo que requiere el jinete.

Más allá de tales limitantes, otra razón por la que se considera al polo un deporte para ricos es por la exclusividad y glamour que caracteriza cada uno de sus torneos. Basta nombrar algunos de los patrocinadores de los principales eventos: Rolex, Mercedez-Benz, Audi y BMW.

Cabe destacar que muchos conjuntos de polo profesional no funcionan igual que los de otras disciplinas como el fútbol, en donde un club se financia con el apoyo de sus sponsors y demás fuentes de ingresos. Aquí la mayoría de los cuartetos son liderados y financiados por ‘patrones’, los cuales son magnates y en algunos casos jugadores que asumen la totalidad de los gastos y pagan un sueldo a los otros tres contendientes por su desempeño en los diferentes torneos. Por ganar una justa importante un jugador llega a obtener el equivalente a más de cinco millones de pesos.

EL POLO AZTECA

En México el polo cuenta con una rica tradición, desde su llegada tuvo un gran auge entre las clases pudientes del país y en 1881 se fundó el primer club de la Sección de Polo del Jockey Club Mexicano. Prueba de la fidelidad y amor por este deporte es que la primera medalla olímpica obtenida por mexicanos fue en polo, un bronce en los Juegos Olímpicos de París 1900. La delegación azteca repetiría el bronce en Alemania 1936, en lo que fue la quinta y última participación del polo en las olimpiadas (no ha vuelto a incluirse desde entonces).

Actualmente México sigue siendo uno de los pocos países donde el polo se juega profesionalmente. En la Federación Mexicana de Polo existen 13 clubes en todo el territorio nacional. Y desde 1987 que se disputa la Copa Mundial, nuestro país ha logrado un subcampeonato y dos terceros lugares.

El mexicano Carlos Gracida es una leyenda viviente del polo, al grado de ser considerado por muchos como el mejor del planeta; lo ha ganado prácticamente todo. Actualmente está ‘rankeado’ como un jugador de nueve goles de hándicap en Inglaterra, donde ha dado lecciones a los príncipes Charles, Harry y William, así como a numerosas celebridades. También es el consentido de la reina Isabel II.

UN DEPORTE DE HOY

Hoy en día el polo sigue contando con notoria fama mundial. Según datos de la Federación Internacional de Polo, hay 17,118 jugadores profesionales registrados, concentrados mayormente en Estados Unidos, Inglaterra y Argentina, esta última la principal potencia de este deporte. Tan es así que los pamperos albergan las tres competencias más prestigiosas a nivel internacional, conocidas como la Triple Corona, y han ganado la Copa del Mundo en cuatro ocasiones.

Aunque numerosos involucrados a nivel global se han mostrado a favor de difundir mayormente este deporte con el fin de ampliar su público, atraer más practicantes y patrocinadores, otros tantos prefieren mantenerlo en un círculo cerrado y exclusivo, ya que el factor social sigue imperando en el polo como parte de sus características más distintivas.

Correo-e: cpacheco@elsiglodetorreon.com.mx

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