Francisco Gómez Palacio y Bravo.
Nuestro terruño contempló, antes de su fundación, sucesos de extraordinaria relevancia, cuando apenas era un eriazo, bañado en las riberas del río Nazas. Como un oasis que pintaba de verde la llanura, constituyéndose en un atractivo para los colonizadores, que intuían que en sus tierras semidesérticas podía encontrarse un gran tesoro si se le cultivaba y se ponía en ellas mucho trabajo, desalientos y penurias, pero también satisfacciones y riquezas. Al iniciarse el primer asentamiento en nuestras tierras, la población de San Sebastián tuvo el honor de ser el inicio de lo que hoy es Gómez Palacio, y también el gran mérito de haber sido generoso y hospitalario lugar, con el Padre de la Patria, que arribó encadenado de pies y manos, prisionero de las fuerzas realistas que lo conducían al martirio final a las tierras del norte, el 8 de abril de 1811. La columna que lo custodiaba hizo un descanso en su camino, pernoctando en San Sebastián, donde el patricio fue atado a un árbol, que todavía existe, con guardias de vista, para evitar cualquier contingencia.
Más tarde, en las márgenes del Nazas se asentó una hacienda que fue el antecedente de nuestras raíces, llamada Santa Rosa de Lima. En sus rústicas instalaciones, fue recibido el presidente patriota, don Benito Pablo Juárez García, en su peregrinar al frente de la República Itinerante, escapando del acoso del invasor francés, que pretendía aniquilarlo, para terminar con la oposición, que le impedía apoderarse totalmente de nuestra Patria. El Benemérito de las Américas arribó a ese lugar el 4 de septiembre de 1864, en compañía de los miembros de su gabinete, entre los que se encontraban don Guillermo Prieto, José María Iglesias y Sebastián Lerdo de Tejada, así como los generales Jesús González Ortega y José María Patoni, quienes constituyeron el Primer Cuerpo del Ejército de Occidente, que debía enfrentar a los invasores galos, en la histórica Batalla de Majoma, ubicada al sur de Cuencamé. Su estancia en la hacienda se mantuvo hasta el día 7 del mismo mes, en que partió rumbo a Mapimí.
Fue la noche del domingo 20 de noviembre de 1910, en que nuestra ciudad se levantó en armas contra la dictadura de José Porfirio Díaz Mori, convirtiéndose en la primera ciudad de la República en enfrentarse al gobierno del tirano. Motivados por las prédicas de los patriotas Dionisio Reyes, Juan Pablo Estrada Lozano y el profesor Manuel Nepomuceno Oviedo, y las arengas de los caudillos Jesús Agustín Castro Rivera, Orestes Pereyra Cornejo, Gabriel y Orestes Pereyra Miranda; Gregorio García Armendáriz y Epitacio Rea Flores, entre otros valerosos combatientes, que con sus acciones iniciaron la rebeldía en todo el país, participando activamente en la primera toma de Torreón, del 15 de mayo de 1911, consiguiendo para Gómez Palacio, el orgulloso título de "Cuna de la Revolución Mexicana en Durango", y posteriormente hicieron de las tierras duranguenses de La Laguna, un formidable bastión de lucha que siempre aportó su esfuerzo y sacrificio como lo hizo, precisamente, en la memorable Batalla del Cerro de la Pila, que en 1914, sucumbieron más de cinco mil combatientes de las divisiones en combate. Esta lucha fue considerada la más cruenta de la contienda bélica.
Posteriormente, el 6 de octubre de 1936, el visionario presidente Lázaro Cárdenas del Río, enarboló la bandera de los pobres e hizo suya la promesa incumplida de entregar la tierra a los campesinos, decretando la expropiación de las haciendas y el reparto agrario en La Laguna, siendo las haciendas de Los Ángeles y Venecia, del municipio de Gómez Palacio, donde dio comienzo el histórico proceso de repartir las primeras hectáreas que fueron afectadas a los hacendados, que eran propietarios de grandes latifundios. En paralelo, se crearon las Ligas Femeniles con la intención de reivindicar a la familia, buscando la superación de la mujer y la niñez, a través de la educación, de la entrega de mejores satisfactores de vida; mejorando la habitación comunal; promoviendo los valores cívicos y patrios; organizando a los maestros para la integración positiva de los grupos, en la búsqueda de mejores horizontes de progreso.
Con todo lo anterior, Gómez Palacio, puede ser considerado como un municipio de privilegio, que ha sido testigo de los más grandes acontecimientos de nuestra Patria, y cubriendo páginas de gloria de nuestro pasado y preparado para afrontar los retos que el destino le imponga en el futuro, con una ferviente disposición de seguir acreditando el testimonio de su grandeza, siempre reconociendo los méritos y las virtudes de sus mejores hombres y mujeres, en las diversas áreas del conocimiento y el desempeño general y en las actividades que la vida le brinda a cada quien para aportar lo mejor de sí mismo, para el desarrollo de su comunidad y de la Nación.
Precisamente, este 21 de diciembre, aniversario 108 de su fundación, el R. Ayuntamiento en coordinación con la Organización Ciudadana "Unidos por Gómez Palacio" A.C, desde el año 2005 han conjuntado esfuerzos para destacar las trayectorias brillantes de los ciudadanos gomezpalatinos, otorgándoles, respectivamente, la Presea "Ancla", que es el símbolo más antiguo y emblemático de nuestra ciudad, y el Testimonio "Santiago Lavín Cuadra", recordando al hombre que hizo posible el nacimiento de Gómez Palacio.
Se han escuchado muchas inquietudes, solicitando al Ayuntamiento que incremente sus actividades festivas, en ocasión del aniversario del municipio y de la ciudad, ya que sería de justicia, y elevaría nuestra calidad de ciudad progresista, la celebración de eventos de renombre, desfiles, conferencias y conciertos populares en las plazas públicas, para llevar al ánimo de los gomezpalatinos, el cariño y la veneración que todos le debemos a este terruño, que forma parte de nuestras raíces y de nuestros sentimientos mejores y más arraigados.
Esta columna de la crónica invita a la ciudadanía a participar dentro de su área de convivencia, lugar de residencia, escuelas, barrios, ejidos y poblaciones, para que reflexionen y aporten lo mejor de sus ideas y proyectos para festejar dignamente a este municipio, que es el hogar común de todos y todas, para que en esas fechas, se respire un ambiente positivo y alegre, que nos ayude a superar nuestras dificultades cotidianas, y nos regrese a los tiempos pasados, en que celebrábamos el carnaval, las danzas de San Isidro Labrador, las diferentes festividades religiosas; la quema de los Judas, como aún se realiza en el antiguo barrio de Trincheras; las posaditas, y, desde luego, con fervor y nacionalismo, nuestras fiestas Patrias, recuperando el respeto para nuestros símbolos más sagrados que nos dan identidad como Nación.