Por mucho tiempo pareció que la ciudad de México estaba exenta de la oleada de violencia que ha afectado al resto del país. Los recientes levantones y homicidios en la Zona Rosa y Tepito han cambiado de manera súbita esta imagen. Quizá sea injusto. Pero esto demuestra una vez más que la percepción puede ser tan poderosa como la realidad.
No hay razones para pensar que se haya perdido la relativa tranquilidad del Distrito Federal en comparación con otras entidades. Los homicidios son, es cierto, una realidad en la ciudad de México, como en cualquier otra urbe del mundo. En 2011, último año para el que el Inegi ofrece cifras, el D.F. registró 1,101 homicidios dolosos. La cifra es significativamente menor a la de 4,502 de Chihuahua o la de 2,613 del Estado de México (muchos de los cuales se registraron en la zona metropolitana de la capital federal).
Estos datos, empero, sólo adquieren su sentido real cuando se ponderan por la población. En 2011 el Distrito Federal registró 12 homicidios por cada 100 mil habitantes, una cifra que se ha mantenido bastante estable en los últimos años. La entidad con mayor número de homicidios en esta lista es Chihuahua, que tuvo en 2011 un total de 131 por cada 100 mil habitantes, seguida de Guerrero y Sinaloa, con 71. Los estados con menores índices de homicidio por 100 mil habitantes son Yucatán con 3 y Chiapas con 4.
Hay razones que explican la relativamente baja tasa de homicidios en la ciudad de México. Para empezar la entidad es compacta, con buenas comunicaciones internas que permiten el rápido traslado de patrullas y policías. Es también la ciudad con mayor concentración de cámaras de seguridad pública en el país. La ciudad de México tiene el mayor cuerpo de Policía en México, no solamente en términos totales sino en comparación con la población. Cuenta con 10.25 policías por mil habitantes, mientras que en Chihuahua, Sinaloa y Baja California hay tres y en Nuevo León 2.4 (Milenio, con datos del Sistema Nacional de Seguridad Pública).
El que haya un número relativamente reducido de homicidios en la ciudad no significa que no haya bandas criminales. La venta de droga es muy común y sin duda hay disputas entre los grupos que se dedican a esta actividad. En Tepito y otros lugares el contrabando y los productos adulterados son también un negocio extenso y rentable. La extorsión se vuelve cada vez más común. A esto hay que añadir los actos de violencia que surgen de robos o conflictos personales.
No hay certeza de una relación entre el levantamiento en la Zona Rosa de 12 residentes de Tepito, incluyendo un menor de edad, y los homicidios de cuatro jóvenes en un gimnasio del propio barrio bravo. Sabemos también que cinco jóvenes desaparecieron hace un mes y medio tras haber asistido a un antro en la colonia Lindavista.
El tratamiento de los medios nutre la percepción de inseguridad de una ciudad, entidad o país. La forma en que desaparecieron los jóvenes de la Zona Rosa, y el hecho de que sus familiares cerraron un eje vial en Tepito en protesta, ha concentrado la atención en este crimen.
Es verdad, como lo señala el jefe de gobierno Miguel Ángel Mancera, que la ciudad de México no ha dejado de ser segura, por lo menos en comparación con otras entidades. Pero no podemos cerrar los ojos al hecho de que sí hay aquí narcomenudeo, extorsión y homicidios. Y que quizá algunos de los últimos ejemplos de violencia se vinculen con una disputa por territorio en Tepito.
APUESTAS Y EMPLEOS
La industria legal de apuestas en nuestro país genera 45 mil empleos formales. Para que tengamos una idea de lo que esto significa, la nueva planta de Mazda en Guanajuato de 650 millones de dólares abrirá 2,000 empleos. Mexicana de Aviación en 2010 tenía 8,000 empleados. ¿Realmente queremos acabar con las apuestas legales y 45 mil empleos?
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