Gustarte vs. no gustarte
¿Te importa lo que los demás opinan de tu imagen? Por si no lo sabías, antes que buscar agradar a otros resulta esencial que conquistes tu propia aprobación. No sólo se trata de verte bien: gustarte es el primer paso en el camino a tener una vida plena.
Si hablamos de alguien que luce espléndido, de inmediato viene a la mente una serie de ‘requisitos’ que tenemos programados dentro de nuestro concepto de belleza: una figura escultural o al menos libre de grasa, una piel ‘de bebé’, un cabello brillante y peinado, ojos resplandecientes, maquillaje discreto e impecable en el caso de las mujeres, al igual que un rostro cuidado en el caso de ambos, ropa limpia y a la moda, etcétera. Los estándares están ahí, no los pusimos nosotros pero los tenemos bien aprendidos. Y lo usual es que cada uno aspire a alcanzarlos para que otros lo miren como poseedor de todos esos atributos de perfección.
Esto no constituye un error en sí mismo. Sin embargo, es necesario definir prioridades y en ese contexto hace falta tener claro que lo verdaderamente relevante no es qué opinan los demás sobre tu apariencia sino que tú te sientas complacido, pues ello determinará en gran medida la manera en que te desarrollas e interactúas en todos los ámbitos: pareja, amigos, familia, trabajo...
AUTOIMAGEN = PARA TI
En su libro Enamorarte de ti, el psicoterapeuta Walter Riso explica cómo todo lo que un individuo piensa y percibe sobre sí, se va almacenando en autoesquemas, los cuales pueden ser positivos o negativos y están conformados por cuatro elementos base: el autoconcepto, la autoestima, la autoeficiencia y la autoimagen. Si cualquiera de ellos resulta afectado el ‘yo’ saldrá dañado, la persona se sentirá mal y lo reflejará en su desenvolvimiento.
Para construir y mantener una buena autoimagen es básico entender que no existe un criterio absoluto de lo que es la belleza; el sujeto que te parece más perfecto tal vez resulte desagradable en algún lugar del mundo y viceversa. Sería imposible que existiera una visión universal en ese renglón.
Así, lo principal no es esperar a recibir comentarios de aprobación por parte de quienes te rodean. De nada servirá que alguien diga lo bien que luces si no lo crees. Y si no te gustas, ese pensamiento se reflejará en tu conducta, en la forma en que te relacionas y hasta en cómo te comunicas.
Con seguridad has conocido a personas que son incapaces de sostener la vista mientras hablan, así como otras no dejan de mirarte cuando conversan. Evidentemente, estas últimas te causan una mejor impresión pues incluso sus movimientos dejan un impacto positivo: caminan con la cabeza en alto y la espalda erguida, pasos firmes pero no apresurados, sonríen con facilidad.
Analizándolo, esos individuos no siempre son apuestos, quizá no tienen el mejor cuerpo o el look más sofisticado, pero exhalan algo que atrae: confianza en sí mismos. ¿Y cómo lo logran? Gustándose. No necesitan ser validados por los demás para sentirse cómodos y bien parecidos, su propia aceptación fortalece su autoestima y eso rinde frutos.
EN BUSCA DEL ESTILO PROPIO
“Gústate para gustar” es una ideología que debes adoptar casi como técnica de supervivencia. ¿Cómo lograrlo? En esencia: conociéndote y sacando provecho a tus cualidades. Por eso, más que tratar de complacer a quien sea en el afán de verte bello, necesitas aceptarte como eres.
Es lógico que habrá cosas de ti que no te entusiasmen y quizá algunas de ellas puedan tener solución, como trabajar en perder el peso excedente o teñirte el cabello al tono que prefieras. Pero no puedes cambiar tu estatura, ni tu edad, ni el tamaño de tus manos o pies, ni tu color de piel. Si algunas de esas características son desagradables para ti, debes trabajar en admitirlas como parte de lo que eres. Dejar de percibirlas como defectos y empezar a explotarlas como algo que te hace único.
También ayudará si haces algo para que tu imagen te satisfaga. Esto no significa rodearte de lo último en tendencias, sino escoger la ropa que te haga sentir mejor. Aprender a tomar de cada moda sólo lo que vaya de acuerdo a un estilo personal, que no es lo impuesto por los diseñadores, más bien lo que determines a partir de tus preferencias. Si cuando te vistes de azul te gustas más, ¿por qué darle preferencia a otros tonos?
Si haces memoria, es probable que te hayas divertido más en las fiestas a las que acudiste creyendo que te veías fabuloso. Por eso la honestidad es fundamental. Cada vez que abras el clóset, consulta con el espejo a profundidad. Si lo que aprecias en él te ‘levanta la moral’, vas por el camino correcto.
Seas del género que seas, recuerda que la ropa entallada en la gente gordita (o también la muy holgada) o la muy larga en los bajitos, raramente dan confort. Y si te sientes incómodo o cuando observas tu reflejo piensas “luzco raro o chistoso”, eso transmitirás. Lo mismo aplica para ropa y calzado que en cortes de cabello o tintes y desde luego, accesorios.
UN CÍRCULO POSITIVO
Acomoda tu estilo. Sólo estando satisfecho con tu apariencia notarás cambios positivos en tu estado de ánimo, tendrás y emitirás más confianza, más seguridad en ti y como consecuencia natural, atraerás al resto del mundo.
No pierdas de vista que todo esto se vuelve un círculo que puede ser vicioso o virtuoso. Si te place tu look, estarás motivado a seguir cuidando tu arreglo. En cambio si no te agrada, cada vez te interesará menos cómo te ves.
Trabaja en descubrir cómo gustarte más. Ni siquiera necesitarás escuchar “qué guapo(a)” para darte cuenta de que los demás te contemplan con admiración.
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