Historias de contraste
Encontrar una pareja, no por extravío sino por sintonía, es una experiencia llena de retos; estos se multiplican cuando la historia personal de dos que se quieren revela diferencias importantes.
Cada ser humano es distinto, desde la base genética que lo sustenta y el entorno cultural que lo actualiza, hasta las decisiones diarias que van definiendo el rumbo concreto de su proyecto de vida. Cada pareja vive el abrazo y la colisión de esas diferencias, que en una relación típica avanzan con relativa calma hacia la homogeneidad. Sin embargo, si las desigualdades se incrementan, es probable que se rompa la calma en una ruta marcada por lo heterogéneo.
¿Qué características tienen las parejas surgidas de individuos con historias opuestas entre sí? ¿Cuáles son los factores que integran la presión social que experimentan? Y sobre todo ¿qué tantas son sus probabilidades de mantenerse juntos en el largo plazo?
CADA UNO
Se conoce como pareja mixta a toda unión donde las discrepancias sociales se agregan a las personales, por la pertenencia a contextos dispares en un sentido amplio: se incluyen el nivel socioeconómico, el educativo, el lugar de residencia, el origen étnico o racial, o la tradición religiosa.
Ejemplos hay por todas partes: el hombre que creció con dos padres felices frente a la mujer que es hija de madre soltera o de un divorcio problemático; el joven que viene de un ambiente trastocado por las carencias monetarias, frente a la que nunca sufrió privaciones; o quien apenas completó la educación básica frente a su compañero, titulado de maestría y doctorado.
Sea cual sea el contraste, lo anterior deviene en dos concepciones de familia y dos hábitos de socialización que necesitan explicitarse con la finalidad de alcanzar un acuerdo satisfactorio para todos.
Este tipo de parejas ha existido siempre. Su número se multiplica en nuestro tiempo, ante este planeta globalizado en el que se tienen espacios inéditos e insospechados para el encuentro de dos individuos. Hay una disminución en los prejuicios, más interacción entre círculos sociales opuestos, impresionantes avances en las tecnologías de comunicación, un incremento en los intercambios académicos y laborales, así como una mengua de la influencia familiar sobre las decisiones definitivas de sus miembros.
La regla social que se rompe en este caso es la endogamia, la cual señala el matrimonio de iguales, de dos que viven en el mismo contexto. Para conseguir la ruptura del statu quo, el orden establecido, se conjugan la disponibilidad física y psicológica con la convicción en que la elección de pareja corresponde a la persona, y que tal alianza encuentra su sentido en la satisfacción individual.
BAJO PRESIÓN
Todo par de enamorados que traiga consigo dos historias distintas necesita abrir los ojos antes de tomar una decisión definitiva. Su mirada encontrará diversas manifestaciones de inconformidad en ellos mismos y en sus comunidades.
En el caso de la pareja que opta por llevar una vida en común (ya sea por matrimonio o unión libre) los factores de presión social más importantes son: las costumbres de alimentación, la tradición religiosa, las relaciones sexuales (en su forma y frecuencia), el rol de género (vinculado con los estereotipos), la gestión económica (por la toma de decisiones individuales y conjuntas), las familias de origen (por el poder que naturalmente tienen), la discriminación percibida o ejercida por el entorno cercano, los prejuicios (sobre todo cuando la posición es rígida y extrema), los estilos de comunicación, e incluso el lugar de residencia (para determinar quién juega de ‘local’).
Dada la relevancia de lograr una integración saludable a pesar de las diferencias que cada uno carga, es recomendable analizar a conciencia estos factores desde la perspectiva compartida, evaluar en equipo y concretar acuerdos, en especial para aquellos aspectos que requieran una posición única. Al desarrollarse en un ambiente de incertidumbre, este ejercicio necesita tanto del pensamiento intuitivo (basado en el deseo y el amor mutuos) como del racional.
El amor pleno y para toda la vida no es cuestión de ‘corazonadas’, tampoco se vale ‘dar brinco sin huarache’. Se demuestra, cuando es serio, con la calidad que se vive al tomar decisiones definitivas y trascendentales.
DE RAÍZ MUY DISPAR
La primera década del siglo XXI presenta una población cada vez más abierta a la idea de aceptar lo diverso en la mayoría de los ámbitos de la vida, y a más sujetos dispuestos a vivir el riesgo y disfrutar la experiencia de lo distinto. Quizá las historias más dispares surgen cuando la pareja procede de culturas desiguales. Y aun así, la relación puede funcionar.
En 2010, alrededor del 15 por ciento de los recién casados en los Estados Unidos integraban un matrimonio mixto, más del doble que en 1980, cuando la cifra fue de 6.7 por ciento. La tendencia es clara hacia la alza. Entre los factores personales de quienes se comprometen en un matrimonio mixto figuran nivel educativo medio superior, residencia urbana y clase media. Un estudio basado en la Encuesta Nacional sobre el Crecimiento de la Familia (Estados Unidos, 1995) señala que luego de 10 años de matrimonio, las parejas mixtas tienen una probabilidad de 41 por ciento para separarse o divorciarse y las procedentes de un mismo ámbito, un 31. Aunque la experiencia mexicana no está documentada, los datos norteamericanos ofrecen un punto de referencia.
UN FUTURO POSIBLE
Lograr la sintonía de dos historias contrastantes es posible, tanto como la voluntad de la pareja trabaje en ello. Es tan cierto como que la semejanza en los orígenes no garantiza el éxito de la relación: también requiere de la voluntad y el esfuerzo mutuos.
Todos los miembros de la familia mixta (incluyendo a sus parientes) tienen la oportunidad de aprender sobre el lado ‘opuesto’, exponerse a una manera diferente de pensar y de vivir, valorar sus propias convicciones y costumbres, amar y respetar lo distinto, reconocer lo humano en todas partes y vivir desde la tolerancia.
Correo-e: JuanManuel.Torres@lag.uia.mx
Fuentes: Marrying Out: Socio-Cultural and Psychological Implications of Intermarriage, Cerroni-Long, E. L. (Journal of Comparative Family Studies, 1984); Familias interculturales: entre presiones sociales y la necesidad de un equilibrio, Moscato, G. (Universidad de Málaga, 2010); The Rise of Intermarriage, Wang, W. (Washington: Pew Research Center, 2012).