Avanzaron con bajo perfil durante gran parte de la travesía rumbo a la tierra prometida, esa que es su verdadero hábitat, sobre la que suelen mutar en despiadados felinos.
Los Pumas de la UNAM se congratulan por haberse curado de la 'malaria' que les aquejó en los tres más recientes torneos, pero lo que verdaderamente les ilusiona es disputar la Liguilla, fase que les sienta bien.
Su más reciente aventura en la fiesta grande concluyó con una apoteósica vuelta olímpica sobre el histórico tartán de Ciudad Universitaria (Clausura 2011), dulce trama que anhelan repetir próximamente.
Llegan a la jornada final del Clausura 2013 en el séptimo lugar, reflejo estadístico al que no otorgan mucha importancia. Lo que impulsa sus anhelos es la certeza de que pueden vencer a cualquiera.
"Si se dan ciertos resultados, podemos quedar mejor en la tabla y ya adentro [de la fase final] es un volado", considera el volante David Cabrera. "El que juega mejor los dos partidos es el que pasa y no el que, quizá, estuvo arriba [en la clasificación] toda la temporada".
