Muchos problemas se tienen en La Laguna, y por obvias razones es el de la seguridad el que hoy acapara la agenda y provoca que los demás pasen a su segundo término. Asuntos como la falta de planeación urbana y el abandono que por lustros ha sufrido la región por parte de los gobiernos estatales, ahuyentando o dificultando la atracción de inversiones o crecimiento económico, son componentes de una problemática que cada vez hace más difícil la vida en la Comarca Lagunera.
A estos problemas hay que agregar uno en especial que por décadas se ha hablado de él y nunca se ha atendido de fondo: el tema de la disposición del agua.
Si bien es cierto que La Laguna cuenta con una planta industrial muy respetable, y particularmente, la industria de Peñoles es un orgullo y referente de la región, la actividad agropecuaria y agroindustrial es uno de los motores principales del engranaje económico lagunero. El problema es que este sector es un demandante de enormes cantidades de agua, recurso natural no renovable que los excesos en la disposición del mismo han ido minando considerablemente el acuífero de la zona, trayendo consigo problemas fundamentalmente de salud, ya que con la sobreexplotación de los mantos freáticos, el agua que se extrae contiene cada vez más minerales y sales, algunas de ellas letales para la salud, como lo es el arsénico.
En La Laguna anualmente se extrae del subsuelo alrededor de mil millones de metros cúbicos, con una recarga natural calculada por los expertos entre 400 y 600 millones de metros cúbicos; es decir, cada año se tiene un déficit de al menos 400 millones, lo que provoca que muchos de los pozos laguneros vean descender su nivel a razón de 3 metros anuales.
Además de la extracción, se cuenta claro con el ciclo agrícola anual sustentado en la capacidad de captación y almacenamiento de las presas Lázaro Cárdenas (Palmito) y la Francisco Zarco (Las Tórtolas) que en condiciones normales liberan por el río Nazas y luego por el sistema de canales, un volumen que ronda entre un millón y novecientos millones de metros cúbicos por año.
Sin embargo, la determinación de cuánta agua se saca de las presas cada año lo determina en última instancia la Comisión Nacional del Agua (Conagua) dependiendo del volumen almacenado y en caso de escasez, la necesidad de guardar cierto volumen para no dañar la infraestructura de las propias presas.
La capacidad máxima de almacenaje controlado entre las dos presas, ascendería a 3,400 millones de metros cúbicos, casi 3 mil millones que puede contener la Lázaro Cárdenas y 440 que nominalmente puede almacenar la Zarco, aunque esta última es una presa de control, por lo que desde la inundación de 1968 no ha tenido volúmenes que estén cerca de su aforo total. Esto querría decir que si un ciclo de riego es de mil millones, en caso de que se tuvieran totalmente llenas las presas, se podría asegurar hasta 3 años de riego. Pero la realidad es muy distinta. En pocas ocasiones se ha tenido llenos absolutos de la presa grande, El Palmito, y es cuando han ocurrido las avenidas del Nazas por el lecho seco, ese que empieza en el Cerro de las Calabazas, justo donde está la represa de San Fernando, y que termina con La Laguna de Mayrán en el municipio de San Pedro de las Colonias, Coahuila.
En el año de 2011, se tuvo la peor sequía en todo el norte de México con la que se cuente registro. El estado de Durango, que tiene un alto porcentaje de su población dependiente del campo, se vio en estado de emergencia, ya que el desastre natural provocó la muerte de miles de cabezas de ganado y la desaparición de la actividad agropecuaria de temporal, empujando a la miseria a miles de ciudadanos. En la Comarca Lagunera no se vivió tanto el efecto, porque casi nada aquí se riega de temporal, y las presas, que en ese entonces tenían altos volúmenes de agua tras sus cortinas, pudieron solventar un ciclo normal, además que la extracción de agua de pozo continuó como cada año.
El problema viene hasta ahora, el año pasado si bien es cierto no fue tan dramático en cuanto a la carencia de lluvias, no fue suficiente para reponer lo que en 2011 no cayó, y ahora pues las presas están bajas y no pueden surtir un ciclo regular de siquiera 900 millones de metros cúbicos. En un principio incluso, Conagua había autorizado la extracción de 400 millones, pero la presión de los campesinos y pequeños propietarios hizo que al final la programación se extendiera hasta 600 millones, para una superficie cultivable de 31 mil hectáreas, casi la mitad de año pasado.
Con estas circunstancias aparecen las tensiones y las presiones políticas para con Conagua, pero es imposible hacer aparecer agua donde no existe, y por más que los agricultores hayan logrado la extracción de 200 millones adicionales, si este año no llueve, que puede ser factible, sencillamente el año que entra no habrá agua, y miles estarán en una hipotética situación insostenible.
Difícil es el escenario, lo que no se dice con la suficiente fuerza es que la mayoría de sector agropecuario, poco ha invertido en la tecnificación de los sistemas de riego y por ello en el uso eficiente del agua, que se maneja mayormente como se hacía hace cien años, y así es difícil mejorar. Si se tuviera mucha mayor tecnificación, se pudiera sembrar de 2.5 a 3 veces más superficie con un volumen de agua determinado, pero esto significaría inversión, educación y orden, y las autoridades e involucrados en el tema prefieren invocar a la providencia, para que la lluvia copiosa subsane las terribles deficiencias en el manejo del vital líquido.
Este año ya la libraron a medias, pero si no hay precipitaciones abundantes en la cuenca alta del Nazas, simplemente habrá caos, provocado mucho por la falta de previsión y de responsabilidad, porque si se sigue manejando el agua como siempre, imposible será que les alcance.