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OINIÓN / JAQUE MATE

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Sergio Sarmiento

Ha llegado Enrique Peña Nieto a su primer informe de gobierno. A pesar de los cambios al protocolo en los últimos años, particularmente el que impide al presidente ofrecer un mensaje a la nación, a la entrega del informe por escrito al Congreso, el momento sigue teniendo una importancia especial en el calendario político de nuestro país.

Para Peña Nieto el primer informe reviste una importancia especial. El presidente fue electo con 38 por ciento de los votos en julio de 2012, lo cual significa que casi dos terceras partes de los electores sufragaron por otro candidato. Si sumamos los que no votaron o anularon su voto, el total sube a un 80 por ciento. Los cuestionamientos de los partidos y candidatos derrotados, y particularmente de Andrés Manuel López Obrador, que no reconoció el resultado, han afectado la popularidad y credibilidad del mandatario. También algunos errores de relaciones públicas, como la manera en que enfrentó las preguntas sobre sus libros favoritos en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara en 2011, cuando era candidato, afectaron su imagen.

El Pacto por México y la realización de una serie de reformas importantes, entre ellas la laboral, iniciada por Felipe Calderón, la educativa y la del sistema financiero, han favorecido al presidente. De hecho, las encuestas señalan una mejoría en su aprobación a pesar de la desaceleración económica, siempre negativa para un jefe de gobierno.

Durante décadas el día del informe fue el día del presidente. Las televisoras dedicaban horas sin fin a seguir las actividades del mandatario, desde su desayuno en Los Pinos y traslado a la sede del Congreso, hasta la conclusión del «besamanos», un proceso a través del cual el mundo político hacía fila durante horas para saludar de mano al mandatario.

Sin embargo, las loas y aplausos al «Señor Presidente», fueron reemplazados gradualmente por interpelaciones, pancartas agresivas y hasta máscaras de puerquito. El deterioro llegó a su grado máximo cuando en 2006 los diputados de la izquierda no permitieron que Vicente Fox ingresara al Palacio Legislativo.

Felipe Calderón entregó en una ocasión el informe por escrito de manera personal, pero sin que se le permitiera ofrecer el discurso. Después, se modificó la ley para que el presidente enviara el informe por escrito a través de un mensajero de lujo, hasta ahora siempre ha sido el secretario de gobernación. Ahora, el mandatario ha optado por ofrecer su discurso a la nación al día siguiente.

Los legisladores, que pensaron que al negar la palabra al mandatario en el Palacio Legislativo asumirían un mayor protagonismo, hoy se percatan de que sin la presencia presidencial el inicio del período ordinario de sesiones no tiene ningún interés. La sesión inaugural se salda en unos cuantos minutos y sin ninguna atención de los medios o de la población.

El presidente Peña Nieto está llegando a su primer informe de gobierno. Si bien la vieja ceremonia no regresará, el presidente sabe que el momento sigue siendo muy importante. Incluso puede ser la gran oportunidad para fortalecer su imagen, la cual, a pesar de que ha logrado algunos avances, todavía necesita consolidarse.

Twitter: @sergiosarmient4

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