Joaquín Reyes fue nombrado ayer Guerrero de Honor y ya ocupa un lugar en la historia del Santos Laguna. (Jesús Galindo López)
Joaquín Reyes Chávez vivió anoche otro de sus sueños con Santos Laguna. Se convirtió en el noveno Guerrero de Honor y enmarcó su nombre dentro del Estadio Corona al lado de históricos jugadores del club albiverde.
La gran noche para el "Supermán Lagunero" comenzó en la Sala de Trofeos y Auditorio del Territorio Santos Modelo (TSM), donde acompañado por familiares y amigos develaron en primera instancia su fotografía.
Posteriormente en la cancha, acompañado de sus hijos Martina y Máximo, hizo acto de presencia en medio de una valla de aficionados, que con banderas le reconocieron su gran trayectoria futbolística, sobre todo con la institución verdiblanca. A un costado, su esposa Chelita, con una sonrisa de oreja a oreja, no dejaba de aplaudir.
Tras pasar un video en las pantallas del inmueble, el vicepresidente santista, Alberto Canedo, le entregó una pequeña estatuilla realizada con material reciclado, cortesía de Danny Llanos.
Su nombre fue develado al lado derecho de Julio César Armendáriz, en el sector sur de la casa de Santos Laguna, donde quedó inmortalizado, al igual que Jared Borgetti, Antonio Apud, Ramón Ramírez, Lupe Rubio, Héctor Adomaitis, Benjamín Galindo y Pedro Muñoz.
"Es una gran satisfacción, es un honor para mí, en primera instancia, haber estado en la lista de nominados que sacó Santos Laguna, fue algo bonito luego ser seleccionado por los aficionados", dijo el galardonado.
Además hizo varias confesiones: "No pensé en ganar, mi voto se lo otorgué a Miguel España, por todo lo que representa para el futbol y para mí, fue uno de los primeros compañeros en Primera División que tuve de concentración. Fue una alegría muy grande para mí, es algo para lo que no tengo palabras, porque, que mi nombre esté al lado de esos gigantes del futbol en Santos Laguna es algo importante".
Y es que Reyes Chávez mencionó que no veía la hora en que sus hijos, Martina y Máximo, estuvieran en la cancha con él para que vieran la magnitud de la trascendencia y el legado que dejó en el club.
"No lo creo, llevo los colores de esta institución desde que militaba en Segunda División B, cuando me llevaba mi papá Joaquín, mis tíos Andrés y Ángel Reyes a ver los partidos. Me imaginaba jugar en este equipo desde niño, era una meta que tenía, lo logré, fui campeón, 11 liguillas y lo hice ante una de las mejores aficiones de México".
Comentó que todavía se le pone la piel de gallina al recordar cuando estaba en el túnel del viejo Corona antes de salir a la cancha a jugar, aunque ahora el ver su nombre en el estadio, sencillamente no lo puede creer.
"Estoy muy contento, siempre que veo a Alejandro Irarragorri le agradezco por lo que ha hecho por esta institución y esta región, han ido creciendo de la mano. Si no es el mejor equipo, es de los primeros en el máximo circuito. Fue una meta que me costó, pero lo logré, jugar muchos años y ser campeón, dentro de mí llevo estos colores con mucho cariño y me moriré siendo Guerrero".
Dijo que se queda con lo que le aprendió a personas como Gustavo de Villa y Alberto Canedo, quienes siempre lo hicieron sentir como en casa, apreciado, como a todos los jugadores que llegan al equipo lagunero, con los valores que manejan, además con la afición santista, que antes, durante y después de los partidos siempre lo alentaron.
"Me quedo con la buena labor de Irarragorri, con nuevo estadio, sueño de los laguneros, tener siempre a un equipo competitivo en los primeros planos, de los grandes de México. También con el apoyo de mi familia, ya que sin ellos no hubiera podido conseguir todos los éxitos en mi carrera futbolística".