Ha sido una terrible semana para Estados Unidos y de paso para el mundo entero.
Los bombazos de Boston dispararon una oleada de psicosis terrorista que se agravó con la detección de cartas con sustancias venenosas dirigidas al presidente Barack Obama y al senador republicano Roger Wicker de Mississippi.
A ello se sumaron las alarmas por supuestos explosivos en edificios públicos de Washington lo que disparó al máximo las medidas de seguridad en los alrededores del Capitolio en donde se concentra la crema y nata de la clase política norteamericana.
Para complicar el panorama desolador, el Senado rechazó la propuesta para investigar los antecedentes de los compradores de armas, acción que apoyaba el 90 por ciento de los estadounidenses como un primer paso para evitar matanzas similares a las de la escuela en Newton, Connecticut, y del cine en Aurora, Colorado.
"¡Nos avergüenzan!", gritaron cientos de personas que presenciaban la votación en la gradas del Senado, la mayoría víctimas de las tragedias recientes. Fueron 54 los senadores que votaron en contra mientras 46 lo hicieron a favor. Se requerían 60 votos para que el paquete se aprobara, pero a final de cuentas pesaron más las poderosas organizaciones promotoras de armas.
El atentado de Boston no tiene la dimensión de la tragedia del 2001 en Nueva York, sin embargo, el anonimato de sus autores, los artefactos caseros utilizados y el hecho de cometerse en un evento deportivo de resonancia mundial, pusieron en severos aprietos a las autoridades federales.
¿Cómo proteger a los norteamericanos de bombas armadas con ollas de presión que pueden fabricarse en treinta minutos y que son capaces de agredir a cientos de inocentes?
¿Cuántos eventos deportivos y artísticos se realizan semana a semana en escuelas, universidades, auditorios y parques del vecino país que resultaría imposible de vigilar palmo a palmo?
Sorprende que todavía nadie se haya adjudicado el ataque que de acuerdo a analistas podría haber sido planeado por grupos locales, presuntamente fanáticos religiosos o de supremacía blanca, sin descartar la presencia de Al Qaeda u otra organización terrorista internacional.
Los daños de los bombazos han estremecido al pueblo norteamericano como la muerte del niño Martin Richards, de 8 años y de Krystle Campbell, de 29, ambos residentes de Massachusetts.
Además, a trece personas le han amputado extremidades, entre ellas a la estilista Celeste Corcoran, quien acudió al maratón para apoyar a su hermana y terminó sin sus dos piernas.
Hasta el momento la tragedia no ha afectado la actividad en las fronteras con México ni en aeropuertos, carreteras y puertos de la Unión Americana, salvo en áreas del este del país como Boston y Washington, pero nada impide que de un momento a otro se ordenen acciones drásticas como ocurrió a raíz del 9/11.
La psicosis popular se siente por doquier y a ello contribuyen poderosamente las redes sociales y los medios de comunicación que convierten cada avance noticioso en un escándalo nacional.
En medio de la turbulencia informativa pasó desapercibido el lanzamiento de la iniciativa de reforma migratoria del grupo de ocho senadores que contempla regularizar el status de millones de indocumentados.
La propuesta no convence del todo porque el plazo para la residencia permanente será de por lo menos diez años y de trece para alcanzar la ciudadanía. Además estará condicionada a que las autoridades fronterizas alcancen sus metas, entre otras detener por lo menos el 90 por ciento de migrantes sin documentos que intenten cruzar a los Estados Unidos.
La primera audiencia por la reforma inicia este viernes, se espera una larga y extenuante batalla entre los legisladores y más ahora cuando el pánico terrorista invade Norteamérica.
APUNTES FINALES…
Sorprendió que la Casa Blanca no suspendiera la visita del presidente Barack Obama a México en donde destacará el tema de seguridad en su encuentro con el presidente Enrique Peña Nieto… Dos cosas preocupan a los vecinos: el ingreso de migrantes de Centro y Sudamérica por la frontera mexicana y la violencia del narcotráfico que no cede a los niveles deseados… En esta infausta semana, el secretario de Gobernación, Miguel Angel Osorio Chong, logró amarrar la agenda tentativa del encuentro Peña-Obama durante su visita a Washington.
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