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Invasión

Diálogo

YAMIL DARWICH

Cuando leemos los libros de historia podemos encontrar datos de invasiones de conquistadores, siempre motivados con el deseo de ganar más poder, ya sea en territorio o en control de economías de pueblos considerados débiles. Claro que en el pasado el uso de la fuerza bruta era el método más utilizado y eficiente.

Así aconteció en los pueblos primitivos, aquéllos del principio de nuestra historia moderna; sumerios, asirios y babilonios, luchaban contra vecinos para dominarles; lo mismo sucedió con los griegos, que fueron vencidos por los romanos, aunque los primeros les dominaran con la cultura, cambiando la mentalidad de sus descendientes.

Luego, a los mismos romanos los someterían los bárbaros, después de haber decaído en sus usos y costumbres, transformándose en pueblo débil y permisivo.

En Norteamérica sucedió lo mismo: anglosajones que ocuparon el territorio norte del continente y luego de recibir apoyo de los aborígenes y lograr sobrevivir al invierno, emplearon un sistémico proceso de exterminio de sus "anfitriones", hasta acabar con ellos.

La América Latina tampoco es excepción: pueblos de indios invasores de otros reinos, que en base a la destrucción y muerte lograban dominarlos, para luego, curiosamente, sufrir el mismo destino de manos de los "blancos y barbudos" llegados de ultramar. Tan sólo recuerde el origen de la cultura Náhuatl y su triste caída con la llegada de los ibéricos.

Con el paso de los siglos, el ser humano se ha sofisticado y ahora conquista con otros medios más sutiles y de barbarie tecnológica.

Recordemos los antecedentes de las organizaciones político-militares de occidente, en su inicio secretas, luego operando abiertamente en los países más débiles, con el único propósito de mantener la hegemonía sobre ellos; lo mismo sucede con la CIA o la DEA, que dedican tiempo, dinero y esfuerzo para asegurar el orden -a su criterio y conveniencia- y no pocas veces han sido acusadas de intervenir en asuntos internos de las naciones, violando la ley y rompiendo los principios de la democracia. Piense en las intervenciones telefónicas.

Y de ese fenómeno no quedamos fuera; Usted mismo puede recordar las acusaciones de diferentes intervenciones en asuntos mexicanos, con o sin apoyo de nuestras autoridades.

Esperábamos del ser humano evolución - se refiere a desarrollo y crecimiento en todos los órdenes- y en cambio sólo hemos logrado sofisticarnos en nuestros métodos para dañarnos y lograr sometimiento.

De la historia y la sociología aprendemos que el mejor sistema para someter a un pueblo es: quitarle su idioma y cambiarlo por el del conquistador, luego fracturándole sus creencias y principios, empezando por la religión.

Idioma y religión, dan aspiración para el trabajo en pos del desarrollo y crecimiento interno y promueven la inspiración para encontrar nuevos medios y alcanzar los fines; unos y otros sientan los cimientos para que los usos y costumbres se transformen en tradiciones y normas, luego que éstas sean las bases para promulgar leyes.

Las leyes, cuando son justas generan orden social y dejan como consecuencia el bien común y el desarrollo armónico.

Cuando se desea dominar, para que los dominados sirvan a los fines de los dominadores, -invasores- se debe empezar por destruir esos cimientos. Así, los individuos quedan fraccionados intelectual y socialmente, susceptibles a la influencia y control.

Se dice que en política-incluida la internacional- nada queda al azar o a la casualidad, y es verdad. Ahora podemos comprender por qué el Imperio Occidental da tanta importancia al dominio de los medios de comunicación y también reflexionar y definir la invasión a la que estamos sometidos desde decenas de años atrás.

El idioma ha sido constantemente agredido y modificado, más allá del proceso bueno y natural; los jóvenes utilizan sólo unos cuantos cientos de palabras y muchos de los modismos de expresión de sentimientos han cambiado por sonidos y vocablos anglos.

Ya no pronunciamos ¡heyyyy!, para denotar admiración y sorpresa, ahora usamos ¡Wauuu!; ni siquiera usamos el güey en forma despectiva, ahora es weyyy, para referirnos o llamar la atención sobre una persona. El O.K. está fusionando en nuestro hablar cotidiano desde hace mucho tiempo.

Desde años atrás, la religión católica ha estado siendo desplazada por otras varias protestantes, con recursos materiales de asociaciones religiosas de EUA, que, desde luego, persiguen sus propios fines; debo agregar que los ministros del catolicismo han hecho todo lo posible por favorecerlos, desde su comportamiento personal hasta su burocratización en el desempeño de su ministerio. Baste recordar que si alguno quiere comulgar o muere, hoy día debe hacerlo en "horas de oficina".

Esta realidad requiere, primero que nada, de la conciencia de ella, motivo de este diálogo; luego, del trabajo responsable individual al interior de la familia y del medio social en que nos desenvolvemos, para detener en proceso de invasión.

¿Está consciente y dispuesto a trabajar en el tema? ydarwich@ual.mx

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