Por esta única vez dedicaremos esta colaboración al cotilleo, propio de las revistas llamadas del corazón, es decir, a chismorrear sobre un asunto que brinca hasta nuestras manos que puede ser de interés para quienes se encuentran a punto de cometer el error de cerrar los ojos a la realidad aun cuando esa realidad a la larga cueste lágrimas y penas, lo que es lo de menos, si se trata de una mujer adinerada le puede costar su tranquilidad para el resto de sus días. Los hay a puñadas. Sujetos que van por el mundo en busca de que la fortuna toque a sus puertas. Individuos carentes de emociones que lo único que buscan en una mujer es su dinero. Aunque esto último lo disimulen. Lo que se ve no se pregunta.
La nota dice que el ex esposo de Paulina Rubio recibe cerca de 7 mil dólares, que ella le debe entregar cada mes, al haber llegado a un acuerdo de separación habiéndose establecido que le daría en total la suma de 243 mil dólares repartidos en tres años. En tiempos pasados al que recibía dinero de una mujer se le llamaba gigoló, mantenido, cinturita, sinvergüenza, parásito, vividor, mequetrefe, ocioso, asqueroso, son los epítetos que se le endilgaban, en los días aciagos en que vivimos, en que no hay pudor ni decencia pero sí el atrevimiento de demandar a una mujer por el pago de una suma. Lo que no es el caso como no lo sería que la dama en cuestión reclamara las ocasiones en que el pelmazo, cara de chinche, se acostó a su lado; bajo qué régimen se casaron, si bajo separación de bienes o bajo el de sociedad conyugal
Veamos, se le llama gigoló al joven que se prostituye con mujeres de mayor edad, para obtener un beneficio económico. No es el caso. Él dice ser un empresario que cuenta con recursos propios, que cuando contrajo nupcias dejó sus negocios al garete, pasando ella a controlar el dinero común, o sea el de ella y el de él. Lo que pide es la devolución de su dinero. Veamos ¿era en verdad un mantenido? Lo confiesa él mismo al afirmar que dejó todos sus negocios para dedicarse por entero a Paulina, un mantenido vive a expensas del dinero de otro, en este caso del dinero que gana la cantante con sus audiciones. Se le dice igualmente chulo. Se ignora en qué se apoyó la juez para fijar el monto económico al que condenó a la Pau. Se ignoran los argumentos y consideraciones que tomó en cuenta.
Se asevera en los medios que la Pau demandó por 600,000 euros a varias publicaciones, perdiendo todas las instancias, por lo que agotadas todas las vías judiciales, deberá hacer frente a las costas procesales que no son otra cosa que los gastos judiciales en que las partes vencedoras han debido incurrir.
La nota en los términos anteriores señala como encabezado del artículo periodístico que el embargo acecha a Paulina Rubio, agregando que agotadas todas las vías judiciales deberá hacer frente a las costas que en conjunto pueden superar la cifra de 200,000 euros. Veremos más adelante cómo la chica dorada sale bien librada de este asunto o cubre lo que constituye una carga a su patrimonio.