Desde el sábado pasado vengo oyendo lo que se dice en la mayoría de los espacios informativos especializados en deportes: El América dio una gran exhibición en su último juego en el Azteca. Sin embargo, creo que se olvidan de reseñar que enfrentó a un rival que no ofreció la resistencia mínima de un equipo profesional, haciendo que el cuadro de Coapa luciera como si fuera el Barcelona.
El Atlante actual es una caricatura de equipo. Sus propietarios se han encargado de irlo desmantelando cada torneo, deshaciéndose de figuras importantes. Este manejo deficitario del talento futbolístico empieza a cobrarles réditos y no dude usted que esto termine en la venta forzada del tradicional cuadro azulgrana o en el descenso.
Durante muchos años José Antonio García, en algún tiempo propietario y hoy directivo de la escuadra avecindada en Cancún, hizo gala de una visión extraordinaria para encontrar jugadores en el extranjero. La fórmula era comprar barato, exhibir una o dos temporadas y vender no caro, carísimo.
Es lógico que cualquiera estuviera feliz con este modelo de negocio pero creo que se les ha pasado la mano. Cada semestre se descapitalizan del recurso humano y arman el equipo con pedacería contratada sobre la hora gracias a la frialdad para negociar del buen Toño. El esquema parece agotado porque además, se presume como definitiva la ruptura entre Alejandro Burillo y el dueño de Garcís.
Parte importante de la crisis por la que atraviesa el "Potros de Hierro" es el hecho de tener como entrenador a Ricardo Antonio Lavolpe. El estratega argentino ha fracasado en cuanto equipo ha trabajado desde hace muchos años y regresó al único club al que ha hecho campeón, en los lejanos principios de los 90's.
Lavolpe inició una corriente que pone al técnico como eje de todo el futbol. Esta sobredimensión de la actividad hizo que muchos directivos compraran el barato argumento y le extendieran un cheque en blanco a los entrenadores para que hicieran lo que les viniera en gana con los planteles, so pena de tener resultados negativos.
Ricardo lo ha hecho en sus equipos y el colmo fue la Selección Mexicana cuando, para el Mundial de Alemania 2006, dejó, por rencillas personales, a Cuauhtémoc Blanco y llevó, por el mérito de ser su yerno, al "Chiquis" García, sin que ningún dirigente lo cuestionara.
Hoy vemos a un Lavolpe harto, sin intensidad y apático. Sin ser su fan, reconozco que el trabajo obsesivo en la táctica ha sido su carta de presentación, sin embargo, este Atlante carece de los mínimos fundamentos técnicos y futbolísticos para ser considerado un digno competidor.
¿Cuánto lo aguanten sus patrones? No lo sabemos, pero no sumar en la campaña y jugar como llanero serían argumentos suficientes para que se vaya a rumiar el hartazgo a su casa.
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