Oscar Pistorius está muy cerca de pasar el resto de su vida en prisión. Está acusado de matar a su novia, la modelo Reeva Steenkamp, en el domicilio del atleta el pasado 14 de febrero.
El mundo mira atónito a este impresionante ser humano que desde pequeñito mostró un carácter indomable que, junto al inmenso amor de su familia, le permitió conseguir objetivos que parecían imposibles.
Oscar nació en Sandton, Sudáfrica, hace 26 años y a los pocos meses tuvo que ser amputado de ambas piernas de la rodilla hacia abajo, pues carecía del peroné. En lugar de apapacharlo o mimarlo por su discapacidad, su madre le hizo saber que a partir de ese momento, las cosas que valían la pena en la vida, le iban a costar a él, el doble.
Y así empezó su batalla por hacerse de un sitio en la vida. El atletismo fue la actividad que le permitió destacar, convirtiéndose en noticia al correr con unas prótesis de fibra de carbono y arrasar en los juegos paralímpicos.
Luego vinieron las prohibiciones para competir con atletas denominados "convencionales" y tuvo que acudir a los tribunales para ganar el derecho, primero, a correr contra ellos y luego, dar los tiempos para acudir a juegos olímpicos.
En Londres 2012 logró pasar la primera ronda, quedando lejos del podio pero muy arriba en el corazón del público que agradecía su tesón y hambre de triunfo.
Sin embargo, qué difícil es entender la naturaleza humana. Como decía un amigo: "Hay gente que se harta de estar bien" y empieza a hacer cosas raras. El atleta sudafricano tiene una enorme afición por las armas de fuego, se jacta de ser un muy buen tirador y además, es un tipo temperamental.
Lo más doloroso es que se privó de la vida a una mujer inocente, bellísima y en la flor de la vida. Duele también que un hombre que había escalado la inaccesible montaña de éxito en todas sus facetas, haya cambiado todo en un momento de calentura.
El tema jurídico arrancará hoy cuando la fiscalía pida todo el peso de la ley para el corredor y la defensa alegue cualquier recurso legaloide para sacarlo bajo fianza. La realidad es que las pruebas en contra del "blade runner" parecen abrumadoras y a cada momento se perfeccionan para perfilarlo como el autor material de un crimen horrendo.
Sin que exista punto de comparación, la historia de Pistorius se suma a la de Lance Armstrong. Este asesinó la confianza de millones de seres humanos que creían en la limpieza de sus triunfos y en su inocencia. Aquél, privó de la vida a su novia y si la justicia no se tuerce, se pudrirá por lo que le queda de vida en una prisión de cemento y lo que es peor, en la cárcel sin reja que es el remordimiento.
No deja de ser otro contrasentido que el crimen lo haya perpetrado, contra el ser amado, el día del amor y la amistad.
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