¡Vaya semana la que se vivió dentro del torneo mexicano! Pocas veces se ven arbitrajes tan malos como los que nos presentaron la mayoría de los silbantes, con yerros que fueron desde penales no marcados, hasta auténticos obsequios, eso sin contar la cantidad de infracciones no sancionadas o mal calificadas.
Los jerarcas de la Liga MX afirman que no hay ningún tipo de crisis en el arbitraje azteca. Para ello, en voz de su mandamás, el inefable Zar Decio I, dicen tener "datos duros" como que han disminuido la cantidad de faltas, el número de tarjetas amarillas y se ha incrementado el tiempo efectivo de juego.
Si vemos las estadísticas, quizá tengan razón pero en el fondo, están rotundamente equivocados ya que la cantidad de infracciones que se cometen durante un partido, no son culpa ni responsabilidad del árbitro sino de los jugadores. La misión del nazareno es calificarlas adecuadamente, marcarlas y aplicar la sanción disciplinaria cuando proceda.
La realidad es que, por decreto, se están dejando de marcar acciones en flagrancia. De esa manera, los números le cuadran a los directivos pero están corriendo un grave riesgo: La posibilidad latente y real de uno o más lesionados de gravedad por ese empecinamiento en jugar partidos con pocas interrupciones.
No hay encuentro donde no veamos a "leñadores" que quedan impunes; elementos que cometen faltas reiteradas sin sanción; jugadores hábiles que son el blanco de patadas y agresiones a ciencia, paciencia y conciencia de los silbantes; supuestas leyes de la ventaja a medio campo y sin trascendencia; cambios de tarjetas amarillas por regaños y de rojas cantadas por pálidos cartoncillos dorados, en fin.
Lo más grave de todo esto es el silencio de las autoridades arbitrales. Rafael Mancilla permanece en la oscuridad mientras Decio es el portavoz y, como lo dijo en alguna entrevista televisiva, el "apaga-fuegos" de la comisión. Sería benéfico que Rafa, a quien estimo y aprecio, tuviera mucho más presencia con sus agremiados y ante los medios de comunicación.
Es un hecho que los presidentes de los clubes acuden, como plañideras, a exponer sus quejas todos los lunes a la ventanilla del señor De María y él, con la astucia y habilidad que le confiere su formación política, les da el avión y se los saca de encima.
Lo interesante sería escuchar su respuesta si el Querétaro desciende por diferencia de un punto y se agiganta el penal no marcado al San Luis frente al América, que le permitió salir vivo del estadio Azteca. O bien la cantidad de sanciones favorables para el Atlas, luego de que en voz de su técnico afirmara, "tenerle miedo al arbitraje".
Del tema de los instructores ya ni vale la pena hablar. Es obvio que los pobres no saben ni la "o" por lo redondo y así, es muy difícil enseñar. Otra semana de estas y me cambio de cabaret.
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