Las declaraciones del presidente de la Comisión de Árbitros, Rafael Mancilla Orvañanos, se robaron la semana, en el sentido de que algunos directivos de las televisoras le habían pedido que no hubiera arbitrajes perfectos, ya que los errores de los nazarenos se traducían en "rating", es decir, en espectadores para los diversos canales deportivos.
Obviamente Rafael no quiso decir eso. Lo conozco y se trata de un tipo preparado, inteligente y que no está expuesto con frecuencia a los reflectores y a las entrevistas. Considero que cualquier personaje público ha caído alguna vez en declaraciones inoportunas o malinterpretadas. Se le debe dar la oportunidad de ratificar o rectificar lo vertido en el mismo medio de comunicación y en todos los demás que han difundido sus palabras.
Se parece al niño sobreprotegido al que su papá jamás deja salir o ir a divertirse, y el día que va a una fiesta se pone hasta el mango, y todos le caen de la tercera cuerda. En este ejemplo Decio de María es el progenitor de la criatura, ya que siempre es el que sale a la palestra para hacer declaraciones en torno al arbitraje. Sin las "tablas" necesarias, mandaron a Mancilla al matadero y conste que la entrevista fue de lo más sano.
Yo me quedo con otras cosas que dijo Rafa, con las que estoy en total desacuerdo y que pasaron a segundo plano por la absurda alusión a las televisoras. Flanqueado por Carlos González, artífice del desastre reglamentario en el que están sumidos los muchachos, y de Mauricio Morales, recién incorporado a funciones directivas, afirmó que la metodología de la enseñanza para los de negro es de primer nivel.
Entonces debemos concluir que mis colegas son tarados, porque si tienen a los profesores idóneos, el mejor método de enseñanza, al preparador físico ideal y al nutriólogo que quisiera Madonna, explíquenme cómo demonios pueden tener un nivel tan mediocre. La verdad es que los árbitros en México son una bola de huérfanos a los que nadie quiere adoptar y, en cambio, se les echa la culpa de todos los males habidos y por haber.
Huérfanos de apoyo por parte de las autoridades federativas. Baste saber la miseria que les pagan y además les descuentan dinero si el trabajo no fue del agrado del asesor o peor aún, del "infiltrado" que la Liga MX ha colocado para vigilar las designaciones y para decirlo con nombre y apellido, se trata de Enrique Bonilla, incondicional del zar Decio I.
La cédula arbitral, otrora considerada la "doncella" del futbol, por su carácter inviolable, se ha convertido en papel del baño para los dirigentes. Ponen y quitan castigos, menoscabando la autoridad arbitral y escudándose en el mandato de FIFA de recular cuando se trate de un "error manifiesto" por parte del juez.
Yo perdonaría a Mancilla por sus declaraciones pero lo llamaría a cuentas por sus mentiras.
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