La Copa Confederaciones ha llegado a su fin y a decir de Joseph Blatter, presidente de FIFA, es la edición mejor organizada de la historia.
El nivel futbolístico mostrado por las selecciones participantes, a excepción del pintoresco cuadro de Tahití, también fue alto y la cereza del pastel fue poder presenciar la final soñada entre Brasil y España, que por poco echan a perder los italianos al hacer ver mal, por ratos, a la "furia roja".
El caso es que los amazónicos arribaron con marca perfecta a su cita en Maracaná y los hispanos, luego de un agotador partido contra una aguerrida "squadra azzurra" que desembocó en los penales, también sacaron boleto para el juego en el mítico escenario sito en Río de Janeiro.
Durante la semana se habló del duelo y la mayoría de los expertos en nuestro país daban por favorita a España, aduciendo que era más equipo, con mayores variantes, conformado por mejores jugadores y dominando a la perfección su estilo de juego.
De Brasil se decía que dependía demasiado de sus individualidades y que Neymar era un jugador sobrevalorado, incapaz de ganar por sí solo un campeonato.
Creo que los argumentos esgrimidos en ambos sentidos tienen fundamentos y son válidos, nada más que en los encuentros de la alta competencia existen los imponderables, es decir, aquellas situaciones que se salen del libreto y contra las que hay que luchar modificando el esquema y, en esta final, se presentaron.
España basa su estrategia en la tenencia del balón. No lo digo yo sino toda la gente que mira desde cualquier ángulo el futbol y el toque exquisito y permanente de la pelota, ese famoso "tiqui-taca" de la roja, seduce al espectador que mira embelesado como la llevan de un lado al otro de la cancha.
De hecho, siendo patentada por el Barcelona, la posesión del balón es un ingrediente básico en el juego del Real Madrid, aunque ellos desdoblen a mayor velocidad y verticalidad en pos del arco rival.
Pero bueno, decíamos que el cobijo de la esférica es fundamental en el estilo impuesto por Vicente del Bosque, que lo ha llevado a ganar la Copa del Mundo y la Euro, dominando el mundillo futbolístico los últimos años. El problema se presenta cuando el hecho de que tenga la bola deja de ser preocupante para el rival y, al contrario, se vuelve un arma en contra por la vía del contragolpe.
Eso sucede cuando le marcan un gol tempranero en contra. Pasó en las semifinales de la "Champions" cuando los cuadros germanos se fueron arriba en el marcador y vuelve a acontecer ahora frente a Brasil.
Ya puedes dar mil pases, que yo acá te espero y cuando te la quite, te ataco con todo y te vacuno.
España ni sus grandes referentes pueden ni deben cambiar su estilo. Sólo entender que los imponderables les pueden traer… otro raspón.
apbcarter_1@hotmail.com
