Hace muchas lunas, cuando éramos chiquillos, nos encantaba que nos llevaran al cine y había un personaje al que todos queríamos imitar, dado que se trataba de un chaval como nosotros, enamoradizo, que cantaba con una voz bastante aflautada y que profesaba un amor inmenso a los caballos.
Joselito era su nombre y en casi la totalidad de sus cintas estaba a punto de que le robaran al equino de sus afectos o que de plano lo quisieran enviar al otro mundo. Lo chido era que siempre lo salvaba y el final era más que feliz.
¡Salven al potro! Era el clamor en la sala y ahora hago mía la frase para pedir encarecidamente al propietario del popular club de futbol Atlante, haga algo por rescatarlo de la quema en que está inmerso, con tremendas posibilidades, pese al mucho trecho que falta por recorrer, de irse al infierno de la división de ascenso.
Los "Potros de Hierro" se han caracterizado por saber comprar, sobre todo jugadores extranjeros, a precios módicos y luego venderlos con pingües ganancias. El problema es que se engolosinaron con el negocio y cada vez fueron trayendo menos calidad, hasta quedarse con la pura pedacería.
Luego las malas lenguas, esas de doble filo, afirman que el presidente del club, José Antonio García, desmanteló al cuadro azulgrana para hacer campeón al América. Puede que no les falte razón a esos maloras, cuando vemos el pasado atlantista de Miguel Herrera, Moisés Muñoz, Christian "Hobbit" Bermúdez y Osvaldito Martínez.
La migración a Cancún, vista con la lente del tiempo, tampoco ha sido acertada. Cierto es que ya instalados en ese paraíso del Caribe mexicano obtuvieron un campeonato pero de ahí pa'l real, puras decepciones y la gente no acude al estadio para apoyarlos. Además el futbolista tiene a la mano todas las tentaciones habidas y por haber, decreciendo su rendimiento físico y futbolístico.
El peor problema es que el dueño ha hecho a un lado al buen Toño García para entregar las riendas a los hijos de los altos directivos. Esos juniors no saben de futbol y al contrario, les dan pesadillas que los hacen querer comportarse como si fueran futbolistas.
Otro detalle que no escapa a la maledicencia popular es que existe interés del gobierno del estado de Guerrero para hacerse del equipo. Lo que no me cuadra es qué demonios va a hacer un equipo en Acapulco con problemas de descenso o de plano en Primera "A". Al revés, si la intención es realmente vender al cuaco, pues tendrían que sanear el tema porcentual.
Le tengo cariño a los colores azulgrana, independientemente del fervor que grandes amigos tienen por el equipo. Raúl Orvañanos, Gerardo Valtierra, Heriberto Murrieta, mi tocayo el "Rudo" Rivera, Esteban Arce y el gran Toño de Valdés deberían unirse para elaborar una misiva dirigida al alto mando con la leyenda: "Salven al potro".
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