El pasado viernes, en la cancha del Estadio Azteca se vivió el peor sofocón en muchos años para el balompié nacional. El tricolor estuvo a menos de diez minutos de quedar fuera de la Copa Mundial y sólo una genialidad, una pintura, una obra de arte por parte del recién ingresado Raúl Alonso Jiménez pudo evitar el trágico desenlace.
En ese juego debutó el técnico Víctor Manuel Vucetich, quien pese a su innegable capacidad no pudo dotar al cuadro verde de un sello distintivo que lo diferenciara del pobre accionar tenido con su antecesor, José Manuel de la Torre. Se siguieron cometiendo los mismos errores y se permitió a un equipo que no ostenta grandes credenciales, evidenciar el mal momento en el que se ha hundido el Tricolor.
El proceso ha sido un desastre y por ello tenemos que calificar de "heroico" lo hecho por los futbolistas mexicanos, de cortos calzoncillos y largos sueldos, la contrastante noche del viernes.
Independientemente de que se logre calificar a Brasil, cosa que sinceramente deseo, el tema es que en la pobreza futbolística del área de Concacaf este cuadro plagado de millonarios no pueda ejercer ni siquiera la mínima autoridad frente a los rivales jugando de local.
Se ha respetado de más la jerarquía de elementos que pasan por momentos deplorables o que no han asumido el compromiso de estar en la selección. Giovani Dos Santos es un ejemplo, al que se le unen Javier Hernández, su tocayo Aquino, Andrés Guardado cuando viene y otros que sienten la titularidad más segura que una plaza de maestro de la CNTE.
Lo vivido en el Coloso de Santa Úrsula fue tremendamente emocionante pero no debería opacar el análisis serio del accionar tricolor. "Ganar era lo importante", dicen los que saben y los números les dan la razón, aunque los modos dejen de ser importantes por ahora.
Sin embargo, quiero insistir en lo chocante que resulta tener que celebrar el triunfo ante Panamá en casa como si se hubiera ganado el Mundial. Los jilgueros de las televisoras, convertidos en porristas, agradecían a Jiménez por "salvarnos", así en plural. Que yo sepa, el país no corre el riesgo de naufragar si un representativo deportivo cae, aunque sea en la expresión más popular de un juego como es el futbol.
Ahora se enfrentará a Costa Rica en su estadio, con la "obligación" de obtener el mísero puntito que lleve a México a jugar la repesca frente a Nueva Zelanda. Claro que queda la remota posibilidad de que ganando y combinándose una derrota hondureña, se vaya con boleto directo a la Amazonia. Pero no se debe soslayar que una derrota en suelo tico y una victoria de los panameños podrían terminar de gestar el más sonoro fracaso en la historia del futbol mexicano. Ojalá llegue el día de cambiar a los héroes por futbolistas de verdad.
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