Ahora que la Selección Mexicana de futbol tiene prácticamente amarrado el boleto para el Mundial de Brasil el próximo año, escucho por doquier voces que hablan de una urgente reestructuración del balompié local.
Imposible no estar de acuerdo. Las vicisitudes sufridas en la eliminatoria del área no dejan lugar a la duda; simplemente se fracasó y si no hubiera sido por el fantástico gol de Raúl Alonso Jiménez ante Panamá y el milagroso triunfo de los odiados gringos ante el mismo cuadro "canalero", hoy estaríamos haciendo cuentas de las pérdidas, tanto deportivas como económicas.
Pero en fin, gracias a que doña FIFA cuida el negocio, inventó la repesca para que Estados Unidos y México puedan asistir casi siempre al festival mundialista. Los "gabardinos" cumplieron con la tarea clasificando en primer lugar; nosotros, más modestitos, esperamos al tremendo rival surgido de Oceanía y así enfrentamos a Nueva Zelanda.
Ahora bien, ¿con qué se come la famosa reestructuración? Vamos a encontrarle usted y yo forma a este galimatías.
Los expertos opinan que debe haber un cambio en los mandos federativos y puede que tengan razón pero remover a Justino Compeán para poner a Decio de María o a cualquier otro conspicuo personaje de la élite administrativa es la misma gata nomás que revolcada. El presidente de la Femexfut, así como se maneja nuestro deporte, es un achichin-cle que está para cumplir los mandatos de los dueños y las televisoras. Entonces por ahí creo que no es.
Otra vez la cortedad de miras buscará la solución de cara a junio del año que entra, en vez de hacer planteamientos a largo plazo.
Lo primero sería el paulatino regreso al formato del torneo largo. Claro, esto implica una merma para patrocinadores y empresas televisoras pero el sistema actual sólo privilegia la mediocridad. Luego, el trabajo forzoso con fuerzas básicas y la reducción de extranjeros ya que sólo así se abrirán plazas para aquellos futbolistas que deslumbran a los 17 años y son material de bodega a los 23.
La abolición inmediata del mal llamado "pacto de caballeros", que impide la libre contratación del jugador, sobre todo aquel elemento nacional que decide probar suerte en el extranjero. Sin el aval de los dueños no puede regresar a un club mexicano.
La "reestructuración", como la entienden los mandamases federativos y la prensa en general se reduce a saber si Miguel Herrera será ratificado, obviamente por los dueños, en su cargo de aquí al Mundial. Si el "Piojo", una vez firme en la silla, seguirá con la idea del "comando águila" o abrirá la puerta a jugadores de otros clubes. Si convocará a los "europeos" o no. Si por fin logra convencer a Carlos Vela de hacer el favor de venir a vestir la casaca verde, en fin, puros curitas para un enfermo con cáncer terminal.
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